Uno a uno empezaron a ponerse en pie: Jack Nicholson, Susan Sarandon, Meryl Streep... Al escenario acababa de subir no uno de los suyos, sino un extranjero. O alguien que, al seguir siéndolo, al no haber invadido el territorio que Hollywood protege con tanta fuerza, ya no lo es tanto. Pedro Almodóvar comprobó el domingo que la meca del cine le respeta. Y se rinde ante el coraje de un hombre que lanzó ante más de 23 millones de personas el único grito por la paz de la noche ante muchos representantes del Hollywood pacifista y liberal.

El premio a la mejor película en lengua no inglesa con el que la Asociación de la Prensa Extranjera galardonó a Hable con ella es sólo "un paso más" para un director que tiene que pensar ya en el 11 de febrero y el 23 de marzo, fechas de nominaciones y entrega de los Oscar.

"LO NECESITABA"

Y tiene que preparase pese a la decisión de la Academia española de no haberle seleccionado como su candidato. "Se demuestra que hay otros caminos además de los que marca la Academia española y es maravilloso transitarlos del modo en que yo lo estoy haciendo", reconocía el director en una entrevista con EL PERIODICO.

El domingo Almodóvar estaba contento al llegar. Unas horas después, la alegría era euforia. Y es que el Globo de Oro "lo necesitaba". Lo ha logrado con su película más personal, más íntima, que, pese a sus temores iniciales, "Hollywood ha recibido sin prejuicios". Almodóvar demostró su talento y su poder cuando realizó un aplaudido alegato por la paz. "Las puertas de mi hotel claman por la paz", dijo desatando la ovación, y dedicó el premio "a todos los que luchan por la paz y a todos los que no tienen miedo de declararlo". El Salón Internacional estalló.