La tradicional tolerancia indonesia hacia sus activas comunidades de gays, lesbianas y transexuales está amenazada por el creciente empuje de los grupos islamistas radicales, en auge en el mayor país musulmán del mundo.

Todas las mañanas, centenares de miles de espectadores se sientan delante de sus televisores para el Show de Dorce, un programa sobre los problemas de las mujeres en casa y en el trabajo.

El espacio televisivo es un éxito de audiencia gracias a su popular presentadora, Dorce Gamalama, una artista polifacética que ha triunfado como cantante, actriz y escritora tras someterse a una operación de cambio de sexo.

Su condición, abiertamente reconocida, no afecta en absoluto a su trabajo ni retrae a la audiencia -en su mayoría de mediana y avanzada edad- de esta transexual, que en ocasiones aparece ataviada con un velo islámico.

No es un caso único. "En Indonesia muchas series de televisión y algunos programas tienen protagonistas e invitados transexuales y homosexuales", explica a Efe John Badalu, director del colectivo de gays y lesbianas local Q-munity.

"Indonesia es bastante liberal en comparación con otros países musulmanes, es más moderno, como Turquía", añade Badalu. Sin embargo, dentro del país hay grandes diferencias, ya que mientras Yakarta o el sur de Bali cuentan con locales exclusivos para homosexuales y festivales de cine temáticos, las áreas rurales son mucho más conservadoras.

"Aún seguimos teniendo problemas para salir a la luz", afirma Badalu, quien señala que "en Yakarta nos sentimos lo suficientemente cómodos para mostrar afecto en público, para cogernos de la mano, nadie nos molesta, pero en ocasiones la familia y los compañeros de trabajo no lo saben, especialmente entre las lesbianas".

La historia del activismo homosexual en Indonesia comenzó en los años 80 en Surabaya, gracias al esfuerzo de Dede Oetomo, un profesor de universidad que hizo pública su homosexualidad y organizó una serie de publicaciones temáticas.

Poco a poco, la actividad pública de gays, lesbianas y transexuales fue creciendo y consolidándose a través de distintas iniciativas. Hace siete años tuvo lugar la primera edición del festival de cine de Q-munity, que se ha convertido en una referencia del panorama cultural indonesio y este año se ha celebrado en cinco ciudades. Si el primer año recibió unos 750 espectadores, en 2008 contó con 8.000.

"El primer año las salas estaban siempre llenas" y "para muchos fue una forma de hacer pública su homosexualidad", recuerda Badalu. No obstante, homosexualidad y transexualidad están perdiendo últimamente terreno en el camino de la igualdad debido al auge de los grupos islamistas radicales, que han ganado un significativo poder político y social en los últimos años.

Este año, el influyente y conservador Consejo de Ulemas de Indonesia exigió que se eliminasen de la programación de televisión todos los personajes no heterosexuales por considerarlos "decadentes".

Además, varios partidos políticos de corte integrista presionan en el Parlamento para aprobar una ley sobre pornografía que criminaliza todo aquello "que puede suscitar el deseo sexual y/o transgredir los valores morales de la sociedad".

"Esa ley afectaría a nuestro festival de cine. No podríamos exhibir películas en los cines, tendríamos que acudir a las embajadas de otros países, donde no rigen las leyes indonesias", denuncia Badalu.

No obstante, es optimista y considera que en el terreno personal poco va a cambiar: "Ahora vivimos en una sociedad global y tenemos contactos con grupos internacionales; la presión social será mayor, pero no creo que eso vaya a afectar nuestra vida privada."