El envenenamiento por arsénico, que desde hace dos siglos es la hipótesis más popular para explicar la muerte de Napoleón, acaba de quedar desacreditada por un estudio llevado a cabo por físicos italianos. Por medio de un pequeño reactor nuclear, los científicos han analizado muestras de pelo del emperador francés y han llegado a la conclusión de que la concentración de arsénico en el momento de la muerte no era superior a la de sus contemporáneos.

El 5 de mayo de 1821, Napoleón falleció a los 51 años en la isla de Santa Helena, donde se hallaba preso tras la derrota de Waterloo, oficialmente por un tumor de estómago. Sin embargo, enseguida se difundió la hipótesis de que agentes ingleses lo habían envenenado. En los años 60 el análisis de un pelo del emperador reveló una concentración de arsénico 35 veces mayor que la normal, conclusión que fue confirmada por un estudio más reciente de la Universidad Técnica de Múnich. Sin embargo, el análisis del Instituto de Física Nuclear Italiano ha demostrado que aquellos resultados no justifican la hipótesis del envenenamiento.

Los investigadores recogieron en distintos museos muestras de pelo de Napoleón cortadas en cuatro momentos de su vida: su infancia en Córcega, el primer exilio en la isla de Elba, el día de su muerte y el día siguiente. También recolectaron pelos de su hijo, de la emperatriz Josefina y de otras 10 personas actualmente vivas. Luego los cerraron en cápsulas, los insertaron en el reactor nuclear y los analizaron con una técnica llamada de activación neutrónica, un bombardeo con un flujo de neutrones.

Por ello, los físicos revelaron que la concentración de arsénico en el pelo de Napoleón era 100 veces superior a la del pelo actual, pero similar a la de los cabellos de hace 200 años, posiblemente, debido a que en aquella época se exponían a la ingesta de cantidades de arsénico que hoy se considerarían tóxicas.