El cerebro humano está diseñado para enfocarse en aquellos puntos para los que ha sido entrenado. Aprende con la educación, la cultura y las experiencias. Podemos tener una tendencia a quedarnos anclados en algo o no pasar página, pero es producto de lo que llevamos vivido. Esto ocurre con los pensamientos tóxicos, aquellas creencias que nos limitan y condicionan, que nos traban y que nos impiden el crecimiento. Son pensamientos que nos aíslan, nos desvalorizan y nos juzgan cruelmente. Son una de las principales causas de malestar, ya que acabamos teniendo a nuestro enemigo dentro de nosotros mismos.

Con el paso del tiempo y en momentos malos de nuestra vida, vemos cómo esos pensamientos tóxicos que aparecían de forma aislada se cronifican y nos dificultan en muchas áreas. Llega un punto donde nos desgastan, no sabemos cómo luchar contra ellos y podemos llegar, incluso, a necesitar ayuda. Sin embargo, si los detectamos a tiempo, podremos solucionarlo más fácilmente.

ANÁLISIS Y FIN

Tenemos dos momentos importantes donde somos conscientes del daño que nos están haciendo los pensamientos tóxicos en nuestra vida. Por un lado, lo vemos cuando en un momento de crisis, nuestra cabeza parece buscar que nos sintamos aún peor y no salgamos del agujero en el que estamos metidos. Cuando damos un paso para avanzar, el cerebro retrocede dos. Y, por otro lado, también somos conscientes de estos pensamientos cuando hemos decidido tener un cambio y buscar un desarrollo. Nos encontramos con la imposibilidad de crecer debido a los pensamientos que nos limitan. En estos dos casos, es cuando tenemos que actuar, ya que lo estamos viendo de forma clara.

A través de los siguientes pasos, podremos silenciar nuestros pensamientos tóxicos para dar espacio a aquellos positivos que sí nos harán avanzar:

1. Análisis

Debemos analizar cómo son esos pensamientos y las afirmaciones que escuchamos. Tienden a repetirse, giran en torno a la desvalorización y nos juzgan cada error. Ese primer análisis será el paso necesario para poder seguir deconstruyendo.

2. Origen

Una vez que hemos encontrado todos los pensamientos que nos impiden avanzar, debemos buscar el origen inicial. Si nos repetimos a nosotros mismos que no somos buenos trabajadores, la causa puede encontrarse en que tuvimos una experiencia muy negativa en nuestro primer trabajo. Esas situaciones deben resolverse, sabiendo que son hechos aislados que no determinan nuestro futuro. Hay que pasar página.

3. Necesidad

Los pensamientos tóxicos obedecen a necesidades que a menudo tenemos, como el afecto, el reconocimiento o la valoración. Esa necesidad nos genera un impulso que pretende sobrecompensar lo que nos falta. El círculo vicioso que genera debe invertirse.

4. Reformulación

Encontrados todos los pensamientos tóxicos, respetados desde la compasión y soltados desde entender que es algo que ya no nos pasa, debemos reformularlos y repetirlos. Es una buena forma de ir interiorizando las nuevas ideas que se convertirán en hábito a medio plazo.

5. Construcción

Si me genero una afirmación sobre mi valía en el trabajo, pero no la llevo a cabo, nunca habrá un avance. Lo que hemos analizado y reformulado debe llevarse a la práctica. Los pensamientos se ponen en marcha mediante nuestras acciones y los pondremos a prueba en el día a día, buscando situaciones, al principio pequeñas, para ir practicando.

Los pensamientos tóxicos van a definir nuestro nivel de malestar, los futuros fracasos y el cómo vamos a sentir frustración por nuestra situación. A veces nos empujan hacia el rol de víctimas y no nos dejan ser responsables de nuestras propias acciones. Eliminándolos crearemos un vacío que podremos llenar con aquello que sí es constructivo para nosotros.

* Ángel Rull, psicólogo.