El doctor Valentí Fuster trabaja más de 10 horas cada día. Entre sus pacientes hay exigentes jefes de Estado, dirigentes de grandes empresas, famosos y ciudadanos de a pie.

Sus jornadas maratonianas de trabajo e investigación se inician alrededor de las cinco de la mañana. Pese a todo, Fuster es la imagen de la calma, un hombre que a los 60 años y con una agenda endemoniada parece haber hecho un pacto con el diablo, por lo que aparenta muchos años menos.

Quizá la clave de ese aura de salud se encuentre en la primera hora que el doctor Fuster pasa en su despacho en el Instituto Cardiovascular del Hospital Monte Sinaí en Nueva York. No hace nada, salvo relajarse y reflexionar. "El tiempo para pensar es vital", aseguró en una conferencia en la sede de Naciones Unidas.

Llamada de atención

La charla era una llamada de atención a los diplomáticos sobre las enfermedades cardiovasculares --primera causa de mortalidad en países como EEUU--, y especialmente ante su proyectado aumento en los países del tercer mundo. "Son una epidemia, no una broma. Es la enfermedad de la sociedad moderna. Y quizá haya que dar pasos hacia atrás para hacernos avanzar".

¿Uno de esos pasos? "Bajar los índices que hoy se aceptan de LDL (el colesterol malo) y de presión arterial hasta los niveles que aceptados hace varios años. Eso quiere decir no más de 100 en cuanto al colesterol y una presión por debajo de 120".

Fuster habla de un necesario cambio a nivel social, gubernamental, educativo, mediático y sanitario, pero también da extrema importancia al cuidado individual. Y desmontó algunos mitos. Probablemente uno de los más llamativos es que "el estrés no mata". Y la afirmación se entiende por la explicación: "El estrés te impide hacer lo que tienes que hacer" para evitar sus efectos negativos.

Este defensor de técnicas de relajación como el yoga o el Tai Chi sugiere recuperar el concepto individual de la necesidad de cuidarse. "Hay otras cosas que son más importantes. Y la máxima prioridad debe ser cuidarse. Es lo inteligente", dice Fuster. La idea, en resumen, es que si alguien atrapado por el estrés logra sacar 15 o 30 minutos para relajarse, habrá abierto la puerta a un camino más sano.

Fuster defiende también el ejercicio físico. Apuesta por tomar medidas sencillas como pedir medias raciones en los restaurantes. Y se refiere a dos productos publicitados por sus productores como beneficiosos. Una es la aspirina, cuyo consumo diario sólo es bueno para quienes hayan tenido algún problema cardiovascular grave o presenten alto riesgo.

Otro es el vino. "Uno o dos vasos pueden ser buenos, porque suben el HDL (el colesterol bueno)", dice Fuster. Pide también máxima precaución. "Se empieza por decir que uno o dos vasos son buenos y se acaba con otros problemas".