Hace varias décadas que Pepa Flores (en la foto grande, en un acto benéfico en julio) enterró a Marisol, la niña prodigio que al crecer tiñó de rojo su ideario y escandalizó a media España mostrando sin pudor sus encantos durante la transición. Ahora, rebasados los 50, ha optado por abandonar su retiro para regalar su voz y su imagen a la Asociación Malagueña de Esclerosis Múltiple (AMEM).

¡Y qué imagen! Caracterizada de Virgen María y con su hija Celia en brazos en la época en la que sólo era un bebé, Pepa Flores ha sido retratada de nuevo por su amigo el pintor Antonio Montiel para ilustrar la felicitación de AMEM (foto izquierda). Un retrato que refleja una parte del trabajo que Flores hace por la ONG, a la que amadrinó hace 2 años.

Pepa Flores ha puesto a disposición de los enfermos de esclerosis múltiple dos de sus valiosas virtudes: la voz y la música. Dos días a la semana imparte un taller de castañuelas para enseñarles a tocar este instrumento, que les sirve como terapia para ejercitar los dedos y disminuir así la pérdida de movilidad.

Los otros tres días los dedica a dirigir un coro de mujeres afectadas por la esclerosis con las que cantó por primera vez en público el viernes en la cena navideña de la asociación. Flores volvió a cantar en directo por primera vez para cerca de 250 privilegiados.

Sus hijas Celia, de 21 años, y Tamara, de 23, fruto de su matrimonio con Antonio Gades, aún viven con ella y no han optado por el mundo artístico. Es la tercera de sus hijas, María Esteve, nominada al Goya a la mejor actriz de reparto por El otro lado de la cama, la que parece tener un futuro muy prometedor en el cine.