A Maite Zaldívar, exesposa de Julián Muñoz, le habría convenido un marido como Bill Clinton, y al alcalde de Marbella le hubiera hecho falta una mujer como Hillary Clinton. La esposa de Clinton supo perdonar y, mírala ahora, tiene maridito y un escaño en el Senado de Estados Unidos, mientras que la exseñora Muñoz, al primer cuerno abandona su provechoso puesto de alcaldesa consorte de Marbella y, encima, se impone a sí misma llegar a ser más arrabalera que Belén Esteban.

A Zaldívar le pasa lo que le pasa porque su ex, el alcalde de Marbella, no tiene los principios que adornaban al anterior presidente de Estados Unidos. Zaldívar es de las que piensa -- y dice-- que "para comerse un filete no hace falta quedarse con toda la vaca". Por eso le hubiera interesado un marido como Clinton quien, como se sabe, se dio un hartón de hamburguesas Lewinsky y ni se le pasó por la cabeza comprar la compañía McDonald´s.

APARICION EN EL ROCIO

Coincidencias para la historia: el capítulo más escabroso de las memorias de Hillary Clinton, en el que se hace referencia a la "intimidad inapropiada" que mantuvieron la becaria Monica y el travieso Bill, ha sido revelado coincidiendo con la primera aparición pública de Julián Muñoz de la mano de Isabel Pantoja, la vaca, según la desafortunada definición de la racial Zaldívar. El alcalde y la cantante están haciendo juntos el camino del Rocío (en la fotografía, el pasado miércoles), mezclando los asuntos profanos con los religiosos, con la misma alegría con la que los alcaldes de Marbella, al menos los dos últimos, suelen mezclar los negocios públicos con los privados.

Si Hillary hubiera actuado como la esposa del alcalde de Marbella poniendo al infiel de patitas en la calle, a lo mejor Bill Clinton habría acabado del bracito de Lewinsky haciendo cola en una atracción de Disneylandia. Pero Hillary supo perdonar el desliz de su marido. Ya se sabe que el poder es el poder y la Casa Blanca no es un chalet en Marbella. Claro que Isabel Pantoja no es Monica Lewinsky y vete tú a saber si el simpático Bill hubiera podido poner de rodillas a la viuda de Paquirri. Hillary se pudo poner flamenca y mantener su posición porque, para qué nos vamos a engañar, todos rebajaron a Lewinsky a la condición de objeto sexual inanimado, con menos derechos que una muñeca hinchable.

En fin, como se ve, todas las historias de cuernos acaban pareciéndose y su resolución depende de las personalidades de los implicados. Si no que se lo pregunten a Teresa Viera, casada con José Manuel, Pipi, Estrada, el periodista deportivo que ahora se cuelga del brazo de la televisiva Terelu Campos. Lo peor de todas estas historias ejemplares de rupturas matrimoniales es, como dice Viera, que su vida privada se convierta en un asunto público.