Podía haber tenido un balance numérico más abultado la novillada matinal, pero el mal uso de las espadas hizo que muchos novillos se llevaran las orejas puestas. El duelo extremeño-salmantino de cuatro novilleros entretuvo al público con cuatro versiones bien distintas de toreo.

El máximo triunfador fue Miguel Angel Perera, que destacó especialmente ante el sexto, un animal difícil y violento al que el novillero acabó ganándole la partida a base de firmeza, aguante y no dudar. Puso la plaza boca abajo con un valor sereno y seguro. También anduvo firme con su primero, pero con la espada no acertó.

Javier Solís se dejó escapar una oportunidad para haber abierto la puerta grande, por culpa del mal uso del estoque. Recibió al que abrió plaza con un buen conjunto de verónicas y media, pero en la muleta el novillo no tuvo transmisión por su falta de fuerzas. La faena al cuarto llegó mucho a los tendidos. Se vió a un Solís templado y con gusto, pero de nuevo mal con los aceros.

Gustó mucho Eduardo Gallo en el cuarto. Torero elegante, de buen estilo y sobradas condiciones. Pero todo lo emborronó con la espada. Y se llevó una voltereta del octavo por meterse entre los pitones y acortar distancias, pero también le valió para arrancar una oreja después.

Solvente y suelto anduvo El Capea con los de su lote. Tiene la virtud de la ligazón y le puso garra durante toda la lidia.