Los diestros Enrique Ponce y Miguel Angel Perera, que fue todo valor y corazón, salieron a hombros en el festejo celebrado ayer en el Puerto de Santa María tras cortar tres y dos orejas, respectivamente.

Se lidiaron toros de Santiago Domecq, el cuarto con el hierro de Ana María Bohórquez, correctos de presentación, mansos y parados, de poco juego a excepción del buen segundo.

Ponce fue todo plasticidad en su primera faena. El toro, nobilísimo, acabó domeñado por completo por la técnica del valenciano, que cuajó una labor de exquisito temple en lo fundamental, y especial torería en los remates y ayudados finales. Mató a la primera y cortó oreja y otro apéndice del cuarto por una faena más intermitente.

Perera cortó una oreja de su primer toro que se movió a oleadas y con el que el torero se mostró firme y valiente, consiguiendo emotivos pasajes por el lado derecho de mucha enjundia.

En el sexto vino lo mejor de su actuación y de la tarde. Una faena de altísimas cotas artísticas y emotivas, por el escalofriante valor que imprimió Perera, muy quieto y pisando terrenos muy complicados a milímetros de los pitones. Toreó además Perera con profundidad y mucho ajuste. Perdió las dos orejas por culpa de la espada, aunque la oreja que paseó vale su peso en oro.

El tercer torero, Galloso, no tuvo su tarde y apenas brilló.