Tarde de toros en una plaza de tanto sabor como la de Barcarrota, enclavada en el patio de armas del castillo. Y tarde a la que dieron contenido un Miguel Ángel Perera en plena madurez, ese torero que tiene el muletazo más largo del escalafón, y un gran toro de José Luis Iniesta, de nombre Zorrero III, bravo de principio a fin pues no paró de embestir con clase durante toda su lidia.

Ese animal era un colorado ojo de perdiz, estrecho de sienes pero más toro que sus hermanos. No se acopló con él Perera en el toreo a a verónica y el animal apretó en una única vara, que resultó trasera. Era un toro aparentemente asperote, esa dificultad que a veces es consustancial a los toros bravos.

El de Perera fue un comienzo de faena vibrante, asentado, compás cerrado, muletazos por alto, aguantaba y llevaba al de Iniesta hacia delante. Toro que daba cuenta de su bravura, pues tenía mucha fijeza y repetía. Tenía enfrente a un Perera en sazón, que llevaba al animal muy por abajo. Varias tandas con la diestra, muletazos rematados por debajo de la pala del pitón. Al natural, se le metió por dentro pero siguió con una gran serie por intensa y rematada. Otra tanda con la zurda soberbia. Perera se hartó de torear y Zorrero III de embestir. Indulto clamoroso a un toro muy bravo y vuelta al ruedo del torero con los máximos trofeos, acompañado del ganadero.

Perera abrió plaza con un animal muy noble pero muy justo de fuerzas. Le hizo una faena larga de series cortas, con acusado sentido del temple pero poca emoción.

Pablo Aguado era muy esperado y se palpaba en el ambiente. Sorteó un primer animal noble pero que no humillaba. Embistió con suavidad al capote del sevillano y Aguado lució en lances a la verónica de mucho sabor aunque despegadillos. A media altura y sin violentar al animal, que tampoco andaba sobrado de fuerzas, le cuajó muletazos de sabor pero de poca emoción. Paseó un trofeo.

El quinto adoleció de ser un astado descastado y muy deslucido en su final del muletazo porque salía con la cara alta y distraído.

Bajito el tercero, primero de Juanito, no se empleó en el capote, se quedaba corto. Distraido en los capotes de los banderilleros, se enteraba y cortaba en banderillas.

El portugues Inició la faena por abajo, rodilla genuflexa sometiendo al astado. En redondo, lo llevaba hacia delante pero la faltaba al de Iniesta el tramo final. Trasteo voluntarioso y entonado por ambos pitones sin que acabara de romper del todo porque el animal se movía pero sin clase. Oreja.

Agradable por delante el sexto, que embistió con buen son en el capote del Juanito. Verónicas de buen trazo, farol y gaoneras. Toro que cortaba y se defendía en banderillas.

El portugues, puesto en el sitio y con la premisa de dejarle la muleta puesta logró arrancarle algunos muletazos por abajo para cortar la oreja que le abría la puerta grande.