Miguel Angel Perera, que cortó una oreja de cada toro de su lote, salió ayer a hombros de la Monumental de Barcelona, en un festejo en el que El Fandi paseó también un apéndice.

El Cid llevó a cabo una faena templada a su incómodo primero, que no terminó de humillar y tomaba los engaños con un molesto calamocheo. Puso voluntad el sevillano, que, pese a que su labor no llegó a coger vuelo, fue ovacionado. El cuarto tampoco fue gran cosa, que solventó la papeleta sin más.

Al Fandi le correspondió un primer toro manso y remiso a embestir, con el que se lució tanto con el capote como con las banderillas, pero nada pudo hacer en el último tercio.

El quinto tuvo mejor son, y en consecuencia El Fandi estuvo mejor. Bien de nuevo con el capote, lo mejor fueron una vez más las banderillas. Con la muleta conectó rápido con los tendidos en una labor efectista que le valió un apéndice.

Perera anduvo sobrado frente a su flojito y soso primero, al que cuidó mucho para posteriormente llevar a cabo un trasteo basado en el temple, la limpieza y la ligazón. Bien el extremeño, que mató a la primera y cortó una oreja. Otra oreja más paseó del incómodo sexto, con el que hizo un notable esfuerzo para cuajar una faena de mando y firmeza, sobre todo por lo que expuso Perera. Mató de nuevo al primer envite con la espada, y para él la Puerta Grande.

OLIVA, EN EL PUERTO Por otra parte, Alfonso Oliva Soto cortó ayer en El Puerto de Santa María la única oreja en una faena de entrega en una tarde donde los toros de Osborne no embistieron. Se lidiaron toros de José Luis Orborne, bien presentados, sin casta y deslucidos.

Iván Fandiño: ovación con saludos, y ovación con saludos. Alfonso Oliva Soto: ovación con saludos, y oreja. Esaú Fernández: ovación con saludos, y vuelta tras petición. La plaza registró un cuarto de entrada en tarde agradable. Iván Fandiño tuvo que ser atendido en la enfermería por un corte en la pala de la mano derecha y hubo que aplicársele puntos de sutura.

Y en Madrid, El mexicano Diego Silveti dejó muy buena imagen en la tarde de su despedida de novillero, dando una vuelta al ruedo en su primero y jugándosela con valor en el otro.