El día 1 de mayo del 2012 el periodista norteamericano experto en tecnología Paul Miller abandonó internet con el objetivo de escribir sobre cómo era la vida 'offline' y ahora, 365 después Miller vuelve a estar 'online'. “Había leído tantos artículos sobre el daño que nos está haciendo internet, que me lo había llegado a creer. Quería averiguar qué había hecho la red conmigo, y decidí hacer el experimento”, explica.El regreso

Ahora, un año después, Miller asegura que internet no es tan malo como cuentan, de hecho cree que "es el lugar donde se encuentra la gente, donde se pueden hacer cosas con los demás", asegura en su blog Theverge.com. “Me equivoqué, pensé que la red me estaba convirtiendo en un ser improductivo y vago, pero no era así”, afirma Miller.

Quería reinventar su vida, leer más, disponer de tiempo libre y disfrutarlo, escribir... ¿Y qué pasó? Todo lo contrario. “Cambié el vicio de internet por otros como el consumo pasivo, la Playstation y el retroceso social”, explica el periodista. Miller abandonó el correo electrónico y volvió a usar el tradicional. Sus seguidores le enviaban cartas apoyándolo y animándole con el experimento. “Me alegraba ver mi buzón lleno de cartas tangibles, pero al final resultó que, una docena de cartas a la semana podía ser tan abrumador como un centenar de correos electrónicos al día”, narra Miller.

Soledad

El periodista asegura que durante este año se ha sentido solo, pues cree que "aunque se haya ridiculizado el hecho de tener un amigo en Facebook", asegura que" es preferible eso antes que nada". Otro aspecto positivo que según Miller ofrece internet es que “es más fácil asegurar a la gente que estoy vivo y sano, pues mis padres habían llegado a enviar a mi hermana a mi apartamento para confirmar que estuviera bien”, explica el periodista.

Miller comenta que su plan era salir de internet para encontrar el verdadero Paul y ponerse en contacto "con el mundo real", pero afirma que el verdadero Paul y el mundo real "están ligados a la red". “Con esto no quiero decir que mi vida sin Internet no fue diferente, sino que no era real”, concluye Miller.