TDtesde hace años vengo sufriendo día a día las llamadas telefónicas de tozudos empleados de compañías de telecomunicaciones (en especial ya.com) que con objeto de venderme alguna de sus promociones acaban por perturbarme el ánimo. Confieso que esta invasión de mi hogar ha terminado con la escasa paz de espíritu que me quedaba. Antes me decía que serían inevitables gajes del oficio (del oficio del consumidor, quiero decir), pero ahora me pregunto si habrá alguna solución (que no pase por el suicidio) para librarme de estos perros de presa.

A veces tengo la tentación de arremeter contra el empleado de turno, que es al fin y al cabo quien se encarga de tocarme las pelotas un día sí y otro también. Si no lo hago es por identificación: el suyo ha de ser un trabajo duro, tan duro como varias decenas de trabajos similares (o peores) por los que he pasado yo.

Una vez le pedí a la teleoperadora de turno que por favor dejaran de darme la lata, y me respondió sin tapujos que es mi propia compañía, Telefónica, quien les había vendido un listado de clientes y que si quería que mis datos fueran eliminados de esa lista tendría que pagar a Telefónica 12 euros al mes. O sea que estoy obligado a abonar 144 euros al año para que la compañía en la que he depositado mi confianza (y mis euros) deje de echarme a los pies de los caballos de la competencia.

Después de cuatro años diciendo NO día a día me siento indefenso y agotado. Mi amigo Bubi me ha dicho que escriba un textamento. "No vas a solucionar nada, pero al menos te anestesiará mientras esperas sentado la llamada de ya.com". Y en esas estamos, amigo lector.