Coches de revista, yates al alcance de pocos mortales, horas interminables en tiendas de moda, minutas desorbitadas en restaurantes 'michelin'... Grandes fortunas árabes han vuelto a Marbella este verano huyendo de la inestabilidad política en otros países mediterráneos y ante el temor a atentados terroristas. Aunque la temporada aún no ha terminado, el incremento de este mercado turístico se califica ya de "notable" y el sector de la Costa del Sol se frota las manos ante la expectativa de cerrar uno de sus ejercicios más extraordinarios. El maná de los petrodólares ha regresado, y parece que para quedarse una larga temporada.

Así al menos lo señalan algunos empresarios, que apuntan el interés mostrado por adquirir villas o mansiones en la ciudad, señal de que el romance no terminará a final de verano. El presidente de la asociación de empresarios hosteleros de la Costa del Sol, Luis Callejón, confirma que "el mercado árabe se había refugiado en los últimos años en zonas del Mediterráneo más cercanas a su cultura". Destinos como Turquía y Túnez, además de la Costa Azul francesa. Pero la actual coyuntura en la zona, con las guerra en Siria y Yemen, el caos en Libia, los atentados contra turistas en Túnez y Egipto, así como las matanzas en Francia, "les ha devuelto a España", subraya.

ATASCO EN EL ENTORNO DE LA MEZQUITA

Los establecimientos de cinco estrellas confirman que, aunque se trata de un turista que nunca dejó de venir, el flujo ha repuntado desde Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Qatar. También desde Marruecos o Kuwait. El atasco los viernes a la hora del rezo en el entorno de la mezquita del Rey Abdelaziz da fe de ello. Hoteles como el Kempinski de Estepona o los situados en plena Milla de Oro, como el Puente Romano o el emblemático Marbella Club, que inició la leyenda de la ciudad paraíso de la 'jet set', tildan el aumento de "significativo". La estabilidad costasoleña atrae también a los magnates europeos, especialmente británicos, alemanes y rusos, e incluso africanos. Los continuos avisos a las fuerzas de seguridad sobre la llegada de algún alto dirigente o de la realeza del Golf Pérsicoo demuestran que el goteo es constante.

Desde el ayuntamiento inciden en esa fortaleza de Marbella, como destino seguro y estable, un valor que se prima especialmente cuando este año además las vacaciones se alargan desde el fin del Ramadán (a comienzos de julio) hasta la fiesta del Sacrificio o del Cordero, a mediados de septiembre. "Lo que diferencia a Marbella de otros lugares es la seguridad que tienen a la hora de pasear por las calles con sus familias, e incluso de saber que si hay algún contratiempo médico tienen acceso a una buena red sanitaria, son unas vacaciones tranquilas", señala el responsable municipal de Turismo, Javier Porcuna (PSOE).

COMO EN CASA

Empresarios como el joyero Miguel Gómez añaden un elemento más. "Aquí se sienten como en casa" y no tienen que soportar "la sensación de ser poco bienvenidos". Esa sintonía, indican desde el Patronato de Turismo de la Diputación de Málaga, se produce en doble vía, porque luego ellos actúan como los mejores introductores de los productos españoles en sus países.

La inexistencia de vuelos directos entre Málaga y Oriente Medio impide tener algún indicador constante de cuántos turistas árabes desembarcan cada verano. De todas formas, son visitantes que llegan en su mayoría en vuelo privado, y Aviación General no facilita esta información. Sin embargo, las estimaciones señalan que el turismo de élite mueve a medio millón de turistas en la Costa del Sol, según los datos que maneja la Diputación, que gastan unos 600 euros diarios de media.

VILLAS Y EXPERIENCIAS EXCLUSIVAS

Los árabes son los visitantes deseados por cualquier hotel, y no solo por generosas propinas que han llegado a superar los 6.000 euros. "Dejan 100 euros por cada cuestión que te formulan", relatan algunos trabajadores. Aunque se instalen en sus palacios o mansiones, necesitan numerosas habitaciones para alojar a su séquito. Se trata además de estancias largas, de entre 13 y 21 días. Si las villas exclusivas de los hoteles, en primera línea de playa, con piscina, mayordomo y un coche de lujo en la puerta, alcanzan los 35.000 euros por noche, la factura del restaurante rara vez baja de 500 euros por cubierto, más si añaden caviar. En las joyerías buscan sobre todo diseños propios, sin importar el precio sino solo diferenciarse de cualquier otro carísimo capricho que ya pueden adquirir en sus países de origen.

Sin embargo, en hoteles como Puente Romano empiezan a notar un cambio de tendencia. Los nuevos turistas árabes son de una segunda generación, gente de entre 35 y 50 años, educada en elitistas universidades occidentales y que guarda gratos recuerdos de su infancia en Marbella. Ese visitante ya no se conforma solo con el sol y la playa y los restaurantes y las tiendas, sino que demanda experiencias exclusivas. Como excursiones en helicóptero a cualquier punto de España, visitas a bodegas cerradas para ellos e incluso la pesca de atún y su posterior preparación con una 'master class' de un chef de postín. En lo que coinciden con sus mayores es en que tampoco escatiman en gastos.