En el mar del Norte, entre Gran Bretaña, Noruega y Holanda, se acumulan casi 1.000 plataformas desde las que se extrae gas o petróleo del subsuelo del fondo marino. Suele haber pocos incidentes, porque no están expuestas a riesgos extremos: la gran mayoría se apoya en un fondo marino a menos de 55 metros de profundidad. En el golfo de México hay menos plataformas, pero las perforaciones son extremas por la gran profundidad que alcanzan. El riesgo de accidente en esas instalaciones se multiplica, tal como se ha visto en el desastre de la Deepwater Horizon, cuya rotura se produjo a ras del lecho del mar, a 1.500 metros de profundidad. Y de ahí al yacimiento, llamado Macondo, hay otros 5.500 metros bajo el suelo marino.

Hace solo 10 años, era impensable alcanzar esas profundidades en busca del oro negro. Pero ahora ya se está yendo más allá. El 31 de marzo, Shell comenzó a sacar el primer petróleo del yacimiento Perdido, en el golfo de México, con la boca de extracción a casi 2.400 metros. A esa profundidad la presión del agua aplastaría a un submarino normal, la temperatura es de tres o cuatro grados, no llega ni el más mínimo destello de luz. Todo eso aumenta las dificultades. Sucede que ya no hay petróleo fácil; todos los yacimientos sencillos ya están descubiertos.

29 MILLONES POR EXPLORAR En EEUU las exploraciones en tierra están en declive desde los años 70 y, las marinas, las más cercanas a la costa y menos profundas, se están agotando. Así que las petroleras se arriesgan e invierten en busca de tesoros en zonas cada vez más peligrosas. British Petroleum (BP) pagó 29 millones de euros por la licencia para poder explorar la zona Macondo y abonaba entre 200.000 y 300.000 euros de leasing cada día a la propietaria de la Deepwater Horizon, Transocean, que posee en estos momentos otras 39 plataformas explorando a grandes profundidades.

Sí, el Gobierno de EEUU ha decretado una moratoria de un mes en los nuevos permisos de exploración, a la espera de los primeros resultados de la investigación sobre las causas, responsabilidades y consecuencias del vertido de BP ante la costa de Luisiana. Pero el propio presidente Obama dejó claro en marzo que piensa seguir permitiendo exploraciones y perforaciones, cediendo ante el famoso lobi conservador que bajo el lema "drill, baby, drill!" (¡perfora, nena, perfora!) colocó las exploraciones petrolíferas en la campaña. El principal argumento es que EEUU no quiere ni puede depender demasiado de países inseguros de Oriente Medio o Suramérica. Actualmente importa la mitad del petróleo que utiliza.

El permiso más polémico es el de las perforaciones ante la costa septentrional de Alaska, casi en pleno ártico, en los helados mares de Beaufort y Chuckhi. Shell ya está presente ahí con una plataforma y, tras invertir 2.500 millones de euros, quería empezar a perforar en julio, aunque ahora está pendiente de si se alarga la moratoria. Shell se defiende argumentando que la situación en Alaska es muy diferente a la del golfo de México, ya que el fondo marino está a 45 metros.

Pero los críticos dicen que hay desventajas importantes: aquellos mares en verano son muy movidos; el petróleo, en caso de un derrame, apenas se deshace o evapora en agua fría; y, sobre todo, en caso de accidente costaría muchísimo enviar ayuda a un lugar tan remoto. En Alaska apenas hay medios disponibles y los barcos tardarían semanas en llegar a las plataformas.