TAtquello que dijo el Papa sobre Mahoma puede que no sea más que una cita desafortunada y pronunciada en un mal momento. Lo que sí da para pensar un rato es la explicación que nos ha dado un profesor de la Universidad de Georgetown que trabajó como gobernante en España. Sostiene Aznar que Ratzinger no debe disculparse puesto que --cito casi literalmente-- a mí nadie me ha pedido perdón por haber invadido España y haber ocupado mi tierra durante casi ocho siglosI. Podríamos analizar la frase desde mil puntos de vista y la primera conclusión sería que España ya existía en el año 711 y que don Rodrigo fue enterrado con la rojigualda. Pero lo más llamativo de todo es la presencia del propio Aznar en la oración atribuyéndose una función de protagonista que más que los filólogos deberían diseccionar los psiquiatras. En primer lugar porque el exgobernante parece tener la seguridad de su pureza de sangre y un certificado de cristiano viejo como para asegurar que entre sus antepasados no hay un comerciante judío de Toledo ni un agricultor morisco de Valencia. En segundo lugar porque cree que él, personalmente, debería recibir disculpas de los musulmanes porque sus correligionarios vinieran a estas tierras a hacer cosas como la Alhambra. Ahora nos es más fácil entender que en su despacho tuviera una foto del islote de Perejil con la bandera ondeante donde los demás tienen el retrato de sus seres queridos. El lunes pasado en la televisión portuguesa continuaba intentando convencernos de que hubo armas de destrucción masiva. Así que sólo nos queda pedir perdón a los alumnos de Georgetown por haberles enviado al conferenciante.