Un pasajero lituano llegó en avión a Barcelona desde Brasil el pasado 22 de marzo. Franqueó, sin levantar sospechas, el control de pasaportes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) antes de entrar en el espacio de la comunidad europea, y el puesto de la Guardia Civil, al final del área de llegadas. Cargó su equipaje y decidió desplazarse hasta la capital catalana utilizando la línea 9.

Al llegar a la estación del metro comenzó a sentirse mal. O al menos eso es lo que ahora deducen los investigadores de los Mossos d'Esquadra que llevan el caso. Exteriorizó su malestar con un comportamiento "alterado" que llamó la atención de los vigilantes de seguridad privada de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). Lo siguieron.

El viajero se coló y los vigilantes, antes de detenerle, llamaron a los Mossos para informar de que acababa de saltar al andén sin billete un hombre visiblemente "nervioso". Tras solicitar el refuerzo de la policía, se dirigieron hacia él. Lo que pasó a continuación no han podido explicárselo hasta que ha llegado el resultado de la autopsia.

El sujeto se echó a temblar, se desplomó al suelo y comenzó a expulsar espuma por la boca. Enseguida llamaron al Sistema de Emergencias Médicas para socorrerlo. Los sanitarios no pudieron salvarle la vida y los Mossos abrieron una investigación para averiguar qué había sucedido.

Cuando los forenses abrieron el cadáver, hallaron la respuesta. En el interior del sistema digestivo aparecieron 35 cápsulas de cocaína, de entre 12 y 15 gramos cada una. Una de ellas reventó.

Que se agrietara uno solo de los envoltorios provocó que su organismo recibiera una sobredosis de esta droga.