Pierre Cardin tiene 82 años hiperactivamente llevados. Mientras la mayoría de sus coetáneos toman el sol y siguen el curso de las obras del barrio, el diseñador es capaz de asistir a una rueda de prensa en París por el centenario de Christian Dior, volar a Barcelona, atender a los medios, impartir una charla y cumplir con una cena de trabajo. Pero hay algo más ubicuo que él: las licencias que llevan su firma, que lo mismo vende champán que togas antiestrés. "Mi nombre es el más importante del mundo", dice él, que necesitaría un cerebro IBM para llevar la cuenta del inventario Cardin. Con la gloria, en cambio, no necesita apuntadores: "No creo que haya en el mundo un joven diseñador que alcance mi éxito".

El creador (en la foto, ayer, chequeando una toalla y una cartera) y su verbo ágil reciben en Barcelona, donde tiene su sede en España. El, claro, va de Cardin de arriba abajo, para algo fue el primer hombre-marca de la historia que levantó un imperio a partir de las licencias. Y sin haber pedido un crédito, su nombre se extiende a 160 países y da trabajo, indirectamente, a 200.000 personas en 700 fábricas. "He construido todo un mundo. Yo duermo, me visto, como y me voy a la cama todo en Cardin", asegura. Vive patrocinado por sí mismo: se aloja en el Hotel Maxim´s de París, de su propiedad, y va al teatro o a exposiciones que él ha producido. Pero ahora, con 82 años y sin hijos, dice que tiene su nombre en venta. "Estoy viejo y abierto a negociar. Si alguien quiere comprar mi marca debe pagar el 10% de lo que genera. Y que sea pronto, porque a medida que pasa el tiempo se encarece".

Los críticos aseguran que el Cardin ejecutivo no ha estado a la altura del creador, ya que, en ocasiones, ha enmarañado su nombre en licencias de discutida calidad. Pero Cardin asegura que lo "ha logrado todo" en la moda, y lo cierto es que su vida deja cualquier proeza ajena a la altura de un escribiente del BOE.

PIONERO El diseñador, por ejemplo, se ganó el adjetivo de futurista y unisex vistiendo a la mujer con cazadoras de cremallera y leggins, y en 1959 lo echaron de la cámara oficial de la costura porque hizo una colección de prªt- -porter y la presentó en los almacenes Au Printemps. "Y ahora todas hacen lo mismo que yo, porque en la alta costura todo son pérdidas".

Cardin fue pionero en bajar los perfumes al supermercado y hacer incursiones en Rusia y China. "Yo entré hace 30 años, cuando no concebían el capitalismo. Lo hice con diplomacia y con mi nombre, que es el más conocido en China". De la moda de ahora, hay dos cosas que le carcomen: las copias y que todo lo que aprendió que "era vulgar y ordinario" es lo que, según él, hacen ahora los diseñadores.