Casas, animales, juegos, paisajes, sombras chinescas aparecen en el mundo imaginario que Pilar Molinos ha volcado en El vacío es pan y amor , una parte de su proyecto Pan y amor , becado por la Junta de Extremadura y que inició hace tres años.

"Es un proyecto infinito", afirma la artista nacida en Fregenal de la Sierra en 1949. Allí, en su amplia casa de La Cinoja, tiene un espacio abierto para el arte en el que organiza periódicamente exposiciones (la próxima, en mayo, dedicada al agua, con la participación de una docena de artistas).

Este "proyecto infinito" que presenta ahora, durante un mes, en la sala de arte El Brocense de Cáceres (coincidiendo con Foro Sur) refleja la trayectoria de la creadora, que salta del pincel al collage y la instalación (una única instalación que parece una sala de juegos de niños: pero nada en su obra, afirma Molinos, es lo que parece. "Yo quiero confundir con mi obra", dice). La serie se mostró en gran parte el pasado mes de enero en la Galería Belarde 20 de Madrid.

"Si eres artista tienes que tener retos", asegura Molinos. Este del pan y el amor surgió de los envíos navideños que ella suele mandar y que concluye con esas palabras. "Me gustaban esos dos términos y a partir de ellos me puse a imaginar". De la imaginación han salido estas obras: hasta libros, esculturas, pequeños discos de metacrilato con las dos palabras inscritas y los cosidos de alguna obra que no es un cuadro aunque esté colgada en la pared.

Más allá de la realidad, se ha dicho de las formas primitivas de Pilar Molinos. Formas también simples. "Pero me resulta tan difícil alcanzar esa simplicidad...".