Nadie ha visto nunca una pizza brotar de la tierra o marchitarse por falta de agua y abono, pero la semana pasada el Congreso de EEUU decidió que la pizza es un "vegetal".

Los votos mayoritariamente republicanos, pero también demócratas, en el Senado impidieron a la Administración del presidente Barack Obama aprobar una iniciativa que pretendía remozar los menús escolares para hacerlos más saludables, reduciendo los alimentos precocinados y grasos y aumentando las frutas y verduras.

El rechazo se produjo después de una intensa campaña de los grupos de presión de la industria alimentaria que financian las campañas de algunos congresistas.

RECOMENDACIONES

El nuevo menú había sido propuesto por el Departamento de Agricultura, basándose en las recomendaciones del Instituto de Medicina y la Academia Nacional de Ciencias.

Con la vista puesta en combatir la obesidad infantil, que en EEUU ha alcanzado dimensiones epidémicas, pretendía limitar las cantidades de sodio en la comida y restringir las patatas fritas o la pizza congelada a dos raciones semanales.

El Senado, sin embargo, logró frenar la iniciativa con 70 votos en contra y 30 a favor, alegando que las nuevas medidas encarecerían los costes y, en el caso de algunos republicanos, afirmando que el Gobierno no tiene derecho a dictar la dieta de los estadounidenses.

DESPROPÓSITO

El debate alcanzó niveles absurdos al decidirse que las dos cucharaditas de tomate concentrado que contiene la salsa de la pizza son suficientes para catalogarla como un "vegetal", cuando Agricultura sostenía que para hacerlo habría al menos que cuatriplicar la cantidad de tomate.

"Es una vergüenza que el Congreso parezca estar más interesado en proteger a la industria que la salud de los niños", dijo la directora del Center for Science in the Public Interest, Margo Wootan, reflejando el ánimo generalizado en algunos sectores sociales.

El desenlace de la fallida iniciativa, que además quería introducir nuevas verduras y frutas en los menús de 31 millones de escolares, ha vuelto a poner de manifiesto el poder omnímodo que tienen las multinacionales en Washington.

Según el New York Times, los lobis de la industria alimentaria se gastaron más de cuatro millones de euros para poder tumbar la propuesta del departamento de Agricultura.

La presión ejercida sobre los senadores ha estado encabezada por compañías como Schwan o ConAgra, la empresa fabricante de las pizzas precongeladas que se sirven en los colegios públicos.

Muchos consideran esta decisión una tragedia, teniendo en cuenta que uno de cada cinco niños de cuatro años en EEUU es obeso.