TLta política municipal en Plasencia parece un sainete enrevesado por mujeres, pero en realidad, quienes lo lían todo son los hombres. Ellas estaban destinadas a representar el papel de comparsas, pero se han ido rebelando una tras otra y de ahí el jaleo. Resumamos la situación: la concejala independiente Raquel Puertas se rebela ante los designios de José Luis Díaz y regala la estabilidad al equipo de gobierno; la alcaldesa Elia Blanco se rebela ante la presión de Juan Antonio Alvarez y se desmarca de su sombra; la concejala socialista Josefa Pérez Camisón se rebela ante el dirigismo de Félix Dillana, deja el gobierno en minoría y se apunta a una moción de censura; la concejala popular Victoria Domínguez se rebela ante la intención de Anselmo Díaz Cabello de relegarla a segundo plano y no apoya la moción de censura.

A simple vista, las mujeres aparecen como las traidoras de la película: Raquel se pasa de los independientes al PSOE, Josefa se va del PSOE al PP y Victoria se aleja del PP. Sin embargo, los culpables de todo, eso sí en la sombra, son los hombres, que intentan ningunear a sus mujeres y ellas se han plantado, han dicho que no son de nadie y se han rebelado con todas las consecuencias. Lo que pasa en Plasencia es un ejemplo del trasfondo de la política española, donde de cara a la galería todo son cuotas y buenas palabras, pero a la hora de la verdad, ellos quieren seguir mandando y que ellas actúen de florero. Las mujeres españolas se niegan a ser políticas de adorno y la rebelión ha comenzado por Plasencia.