TAt veces me he preguntado dónde reside el valor de un poema: ¿en la metáfora en la que el poeta expresa una idea? ¿o en la idea misma? La pregunta me lleva siempre al poema de Celaya , La poesía es un arma cargada de futuro , donde afirma que la poesía no es un bello producto, no es un fruto perfecto. Y es que el auténtico valor de la poesía no debería buscarse en su forma, ni siquiera en su fondo. El verdadero valor de un poema habría que buscarlo en el origen desde el que se expresan los sentimientos, y la poesía sólo puede construirse desde la sinceridad, desde el respeto, y desde las emociones. El alma de la poesía no está en el qué ni en el cómo, está en el dónde. Así lo comprendí la semana pasada, en la presentación del libro de Juan María Calles , La tripulación del Estrella , cuando el ministro Jordi Sevilla resaltó el buen hacer del poeta extremeño, no sólo en el mundo de la literatura, sino en el de la política, porque en ambos territorios el impulso que mueve a Juan María Calles es el de la sinceridad. Y es que la política también debería ser un arma cargada de futuro, no un arma arrojadiza contra el adversario, sino un arma política, donde no quepa el insulto, ni la inquina. La política debería tomar prestada de la poesía esa esencia de autenticidad que la define, esa fuerza acumulada a través de las razones y de los sentidos, del arte de defender las ideas con pasión y con argumentos, no con la violencia de los que no tienen otro recurso, no con la mentira, sino con el convencimiento del que sabe que las armas políticas sí están cargadas de futuro.