Juan Manuel Galán era un joven de 20 años con la normalidad habitual de los criminales impunes. Nadie sospechó nunca que fuera el autor de las muertes de dos mujeres vecinas de Valencia y sospechoso de otras más y de varios ataques. Nadie sospechó que fuera el conocido como asesino del chat. Tuvo que morir para que los investigadores acabaran atando cabos.

Galán murió matando. El pasado 11 de enero acudió al domicilio de Vicente Ferriols, enfermero de profesión y vidente en su tiempo libre, al que había conocido en un chat de internet. No era la primera vez que se encontraban, pero esta vez Galán decidió actuar y atacó a Vicente con una navaja para robarle. Le alcanzó tres veces, pero la víctima tuvo tiempo de defenderse con un abrecartas que clavó en el vientre del agresor.

Galán huyó malherido de la casa, bajó las escaleras y se desplomó en la calle. Murió en la ambulancia.

No llevaba documentación. Su identidad se convirtió en un misterio hasta que la policía anunció su descubrimiento. Los investigadores sospechan que Galán puede ser autor de al menos tres crímenes.