Tras los primeros momentos de pánico y confusión, el Katrina ha dejado a su paso una ola de pillaje en las ciudades afectadas. "Es una cuestión de supervivencia. Tengo ocho nietos a los que alimentar", afirmaba una mujer en en Nueva Orleans, cargada con productos de un supermercado.

Ayer se repitió la imagen de supervivientes transportando sobre el agua bolsas de basura repletas de ropa, ordenadores, televisores y joyas frente a los coches de la Guardia Nacional. "El pillaje está fuera de control. El barrio francés ha sido atacado. Utilizamos a la policía para controlarlo cuando deberían estar rescatando a gente que está en los tejados", denunció la concejal Jackie Clarkson.

El superintendente Eddie Compass afirmó que el pillaje no es su principal preocupación, consciente de que algunos roban comida porque tienen hambre. "Ahora nuestra prioridad son las vidas humanas", aseguró.

EN EL SUPERDOME Las condiciones de vida de los más de 20.000 refugiados en el estadio Superdome de Nueva Orleans se deterioran a la espera de la evacuación: el aire acondicionado no funciona, los baños están atascados, hay kilos de basura acumulada y poca comida. Tres personas han muerto (un posible suicidio y dos infartos) desde el domingo.