Consternación. Ese era el sentimiento que ayer primaba en una comunidad de vecinos del paseo de los Fueros de Barakaldo (Vizcaya) después de que se descubriera el drama vivido durante ocho meses por una joven marroquí de 21 años, presuntamente esclavizada por uno de los residentes en la finca. La mujer, que fue agredida y violada según la Ertzaintza, se halla ahora atendida por el Area de Igualdad del municipio. El juez, por su parte, dejó al supuesto agresor en libertad con cargos y dictó una orden de alejamiento.

El suceso no se produjo en un lugar aislado, sino en la calle principal de Barakaldo y a unos metros del nuevo palacio de Justicia. Pero "nadie sospechó", según los vecinos, lo que ocurría entre las paredes del piso en el que, desde hace seis años, reside el presunto agresor, un hombre de 47 años y nacionalidad española, con su hijo, de 17 años.

El relato de la policía, que rescató a la víctima tras el aviso, confirmó que la historia empieza en la Comunidad Valenciana, donde residía la joven y donde había iniciado la búsqueda de empleo. A través de una empresa de trabajo temporal, conoció la oferta para trabajar como empleada de hogar en Vizcaya con un prometedor salario. El demandante, su maltratador, pasaba unos días de vacaciones en su segunda residencia y formalizó el acuerdo. Al llegar a Barakaldo nada resultó como parecía.

El trabajo doméstico que se veía forzada a realizar gratis funcionaba como pantalla. Contó a los agentes que era objeto de maltratos, vejaciones, insultos y abusos sexuales. Vivía casi secuestrada. La empleada declaró que la dejaban encerraba con llave cuando padre e hijo se iban.

La revisión médica realizada a la joven marroquí, que confiesa haber perdido 10 kilos de peso, confirmó la existencia de hematomas y abusos sexuales.

La policía imputa al agresor retención ilegal, abusos y lesiones, y a su hijo y su amigo, encubrimiento.