"Buenos días, señor policía". Con un saludo a coro y ensayado con las maestras recibieron ayer un centenar de alumnos de Educación Infantil del colegio Nazaret al comisario de la Policía Nacional, Luis Ochagavía, y al subdelegado del gobierno en Cáceres, Fernando Solís. Lo hicieron durante una visita programada por el centro para que los niños conozcan de primera mano cómo funciona este cuerpo de seguridad. "Se trata de un encuentro que se enmarca dentro del programa de participación ciudadana. Es una manera de acercarnos a los colectivos escolares y que conozcan cómo funcionamos", dijo el subdelegado del gobierno.

Pero aquello fue más que una formal visita a las dependencias. Por un día la comisaría de Cáceres estuvo dirigida por pequeños policías con mochilas de Pocoyó y pistolas de juguete: "yo soy policía porque tengo un arma", dice uno de los alumnos a un agente. "¿¡Tú!? no puedes porque los niños no pueden tener armas", le alecciona otra de sus compañeras que parece que ha escuchado atentamente la charla que los agentes le ofrecieron sobre el uso de pistolas de fogueo y de pelotas. "Ya lo sé, es que la mía no hace daño", le responde entre risas.

Todos habían soñado alguna vez con detener a los "malos", pero nunca habían tenido la oportunidad de mostrar su placa que les reconoce como miembros del cuerpo. Venían preparados con su foto de carné y en cinco minutos los agentes de la científica les tomaron sus huellas, pusieron su nombre y les dieron su placa. Impresionados y boquiabiertos Miriam, Lara, Alberto,... uno a uno mostraron a las cámaras de televisión el documento que después les daría la potestad para detener a su maestra. Con reticencias porque para ellos su seño es la más buena del mundo, la sentaron en la sala de arrestados para hacerle las clásicas fotos de los detenidos. Después la agarraron de las manos para asegurarse de que volvía con ellos y que todo había sido una broma.

De repente algo suena. Molestos por el ruido salen a correr. Son las sirenas de los coches patrulla. Aquello fue la revolución. Querían conocer todos los mandos de los vehículos y de las motos. Y aquí acabó el gran día para ellos y para los agentes, que a partir de ahora podrán ser ayudados por estos polis y sus pistolas de juguete.