Desde el inicio del confinamiento por el covid-19, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha ido publicando mapas que certifican una enorme bajada de contaminación. No obstante, en el mapa referente al confinamiento parcial (del 14 al 31 de marzo) aparecen manchas de polución en unos puntos concretos de España. El Periódico ha intentado interpretarlos con la ayuda del equipo de Xavier Querol, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC).

El satélite Sentinel-5P de la ESA ha monitorizado el dióxido de nitrógeno (NO2), un gas tóxico producido por la combustión a altas temperaturas y que emiten, por ejemplo, los coches.

Fábricas e incendios

Las manchas visibles en los mapas no representan necesariamente emisiones fuertes y continuas. Un ejemplo de ello es el tachón detectado cerca de Motril (Granada). En esa zona no hay viviendas ni industrias. Pero Jordi Massagué, del equipo de Querol, descubrió que el primer día de confinamiento se dio un incendio en ese paraje, lo que generó el NO2 registrado por el satélite.

Las manchas detectadas en Martorell (Barcelona) y Castellón (Comunidad Valenciana) son quizás menos anecdóticas. La primera corresponde a un gran polígono industrial, que incluye una enorme acerería. La segunda se sitúa por encima de unas fábricas de azulejos, en una zona que provee de cerámica al 15% del mundo, según explica Querol.

El tachón más misterioso es el que aparece al sur de Manresa (Barcelona), sin una fuente de emisión clara. Al tratarse de una zona hundida, los gases de las calefacciones o de otras fuentes podrían quedarse estancados más de lo normal, según Querol.

El satélite no toma datos cuando hay nubes y el periodo analizado es muy corto. Probablemente, hay otras muchas fuentes de NO2 (por ejemplo, las centrales térmicas), que no salen reflejadas en estos mapas.

«En general, la gran industria no ha parado porque fabrica para los servicios esenciales», observa Mercè Rius, directora general de Calidad Ambiental de la Generalitat. «Nos extraña que no aparezcan reflejados la petroquímica de Tarragona ni el puerto de Barcelona», apunta Rius. Querol resta importancia a esas zonas, porque no emiten mucho NO2, pero sí otros gases.

Es pronto para sacar conclusiones más contundentes de estas imágenes registradas por el satélite de la ESA. Pero los investigadores consideran que el ejercicio propuesto por este diario es interesante.

‘Humo o hambre’

«En los años 50, en la zona de la cerámica de Valencia se decía: Fum o fam [humo o hambre]», recuerda Querol. «No es bueno relacionar buena calidad del aire con crisis. El riesgo es que, para salir de la crisis, se debiliten las políticas ambientales», añade.

«A medida que se quitan las restricciones, la contaminación vuelve a niveles anteriores en China», afirma Claus Zehner, responsable de Sentinel-P5 en la ESA. Según este investigador, el gran experimento del confinamiento proporcionará datos sólidos sobre cómo mejora la calidad del aire por cada porcentaje de reducción de tráfico. «Estos datos tienen que servir para tomar decisiones futuras», afirma.

«Me gustaría que la recuperación no se hiciera en contra de la calidad del aire y del clima. Hay que acelerar la economía, pero sin dejar de respetar el medio ambiente, por ejemplo, aprovechando el teletrabajo», concluye Rius.