PLAZA: La Maestranza. Lleno.

TOROS: Torrealta, el cuarto como sobrero, bien presentados y justos de fuerza.

TOREROS: Enrique Ponce: pinchazo y estocada casi entera (ovación); y media y descabello (una oreja tras un aviso). Morante de la Puebla: dos pinchazos, casi entera y cuatro descabellos (silencio); y estocada corta caída y descabello (silencio). El Juli: estocada casi entera (silencio); y estocada (ovación).

El protagonismo de la tarde hay que dárselo casi exclusivamente a Enrique Ponce que realizó una notable faena, muy bien planteada técnicamente y de bonita de ejecución, premiada a la postre con una merecida oreja.

Fue en el sobrero que hizo cuarto, toro violento en el capote, que embistió de salida con las manos por delante, y al que le bajó los humos el picador Antonio Saavedra, ahormándole en un estupendo primer puyazo. Muleta en mano, Ponce lo toreó a media altura. Un toreo preciosista, despacio, limpio y ligado.

Faena a más, en la que contó mucho el final, de auténtico frenesí, a base de un circular por detrás ligado a un cambio por delante, trincherillas y pases del desdén. Paseó la oreja a pesar de la pausa que impuso el fallo del puntillero.

Al que abrió plaza, muy apagado, Ponce le consintió mucho en una faena larga que tuvo secuencias aisladas verdaderamente importantes.

Morante abrevió en sus dos toros porque ninguno le dejó hacer. El primero, defendiéndose mucho, rebrincado y con la cara alta, en tanto que el otro se venció descaradamente por los dos pitones, quedándose corto y yendo al bulto.

El Juli no mejora. Es verdad que en su primero hizo el esfuerzo y el toro, un marmolillo, no respondió. Pero en el sexto falló él. El de Torrealta fue la excepción de un mal encierro y, como suele decirse, "se le fue".

Si acaso valdría decir que El Juli entusiasmó en sus dos toros con las banderillas, aunque habría que precisar también que, la mayoría de las veces, clavó a toro pasado y siempre por el mismo pitón.