TLtos hombres ya no excitan, las mujeres ya no gustan, la paella no entusiasma y Estopa no entretiene... Ahora, los hombres, las mujeres, la paella y Estopa ponen. Es más, lo peor que te puede pasar en esta vida es que no pongas a nadie. Y lo mejor del mundo es que alguien te susurre en la orejilla: "Tío, me pones". El me pone y el te pone son sinónimo de felicidad y juventud, están extendidos por toda España y los extranjeros que nos visitan aprenden el nuevo uso del verbo poner al mismo tiempo que los tacos y el olé. Lo único que sigue siendo exclusivamente extremeño es el se pone, que no debemos confundir con el Saponi del chiste malo: ¿Está el alcalde? Ahora Saponi.

Oficina de Correos de Cáceres. Dos clientas esperan. La una le dice a la otra: "Pues fíjate tú que llega la tonta de la vecina y se pone : Mira Juani, que te enteres que tu niña ha arañado a mi niño". Otra escena. Esta vez en la terraza de un bar. Habla una madre con sus amigas: "Y va mi hija y se pone : Mamá, este verano me tienes que dar dinero que me voy a ir con mi novio a los Picos de Europa. ¿Tú te crees? ¡Qué cara!". Con lo cual, el verbo poner aumenta sus acepciones: por un lado, las cosas de la vida no estimulan, ponen; por otro, las personas no dicen, se ponen. A veces, alguien habla y por el acento no se sabe si es de Granada, de Lorca o del R66. Hay una manera infalible de adivinarlo. Si va y se pone : "Me he quedado el DNI en el adosado" está claro que es de Cáceres, la provincia donde decir es ponerse y las cosas no se dejan, se quedan.

*Periodista