Qué motivaciones llevan a un turista a visitar un país que hace apenas 12 años vivía un conflicto bélico aún con consecuencias? Anne y Nicholas son una joven pareja holandesa que ha decidido aprovechar 10 días de vacaciones para recorrer Bosnia. ¿Sus motivos? "Acercarnos a un país que necesita seguir avanzando para superar su guerra y ver las huellas que esta dejó".

El turismo se está convirtiendo en una de las principales fuentes de ingresos económicos en Bosnia Herzegovina. Por una parte, se trata de un país muy apropiado para fomentar tanto el ecoturismo, gracias a sus recursos naturales, como el turismo cultural, debido a las construcciones que cada uno de los grupos étnicos que componen su población han ido levantando durante siglos.

Pero, por otro lado, ciudades como Sarajevo, Mostar o incluso Sbrenica (recordada por la trágica matanza llevada a cabo por las tropas serbias) atraen a un tipo de visitantes más interesados en conocer una parte más oscura: las consecuencias, al menos las más visibles, de la guerra que tuvo lugar en el país entre 1992 y 1995.

Los destinos estrella

Pese a que la reconstrucción de la capital, Sarajevo, es evidente --con la salvedad de edificios emblemáticos como la biblioteca, aún muy dañada--, uno de lugares más visitados es el túnel que comunica la ciudad con el extrarradio. Este subterráneo fue construido bajo las pistas del aeropuerto durante la guerra. El objetivo era poder pasar personas y víveres, medicamentos y armamento, del exterior al interior de la capital y viceversa, durante el asedio que vivió a lo largo de prácticamente los tres años que duró la contienda.

Hoy es posible recorrer 25 de los 800 metros que lo componían y visitar un pequeño museo, de los más concurridos de la ciudad, donde se observan todo tipo de materiales empleados en su construcción y armamento bélico de entonces. "A mí me ha impresionado mucho --comenta Anne--, el hecho de que la ciudad entera recibiese todo lo necesario para sobrevivir por un sitio aparentemente tan vulnerable".

Aunque no es lo único que los turistas preguntan a las guías de la ciudad. La avenida de los francotiradores --la principal arteria de la ciudad--, el puente donde murieron las dos primeras víctimas de la guerra o un mural ubicado en el mercado que recuerda a las víctimas de una de las bombas más dañinas de la contienda son otros puntos de interés para los más curiosos.

Debido a la proximidad de Croacia --un país que está consiguiendo auparse como uno de los destinos turísticos europeos más importantes--, Mostar es una de las ciudades favoritas del turismo gracias las excursiones que los tours vacacionales ofrecen a sus clientes. Según explica Saida, una guía local, los visitantes se muestran muy interesados por el Puente Viejo de la ciudad: "Se ha convertido en nuestro emblema".

Este monumento del siglo XVI fue destruido por las tropas croatas en noviembre de 1993 y se reconstruyó tras la guerra gracias a la colaboración con la Unesco. Se reinauguró en julio de 2004 como símbolo de la supuesta recuperación de la unidad entre ambas zonas de la ciudad: una de mayoría musulmana y la otra, de mayoría croata.

"Parece casi increíble que pudieran destruir algo tan importante", comenta Robin, un joven de Birmingham que muestra una postal en la que aparecen los cambios sufridos por el puente a lo largo de los siglos. Y fuera de la ruta turística, también hay gente que se interesa por pasear por el Bulevar, la avenida principal de Mostar que, en su momento, fue primera línea del frente.

De hecho, Nicholas estaba especialmente interesado en poder visitarla por considerarla uno de los lugares que más fielmente reflejaría la dureza del conflicto. "Con este escenario resulta muy fácil imaginar lo complicada que pudo llegar a ser la vida aquí", valora. Para Iñigo, que ha venido desde Vitoria con su mujer y su hijo, de 14 años, "ver estas cosas en directo es la mejor forma de aprender historia".

Según explica otra guía local, "muchos turistas también nos preguntan a nosotros o a la gente por su experiencia personal durante la guerra, aunque la mayoría no suelen querer recordar, sino que prefieren mirar al futuro". Aragica Basic, dueña de un hostal situado en la parte croata de la ciudad, no tiene inconveniente en contar su experiencia, sobre todo porque sus 26 años de matrimonio con un católico, dice, "son el ejemplo de que las guerras son un sinsentido", pero también reconoce que le molesta la idea preconcebida con la que llegan muchos turistas: "Se creen que vivimos en una ciudad destrozada y, sí, es cierto que queda mucho por hacer, pero también tenemos cosas muy buenas y edificios muy bonitos".

Escudos de la Armija

Y no deja de sorprenderle que entre los souvenirs que ofrecen las tiendas de camino al Puente Viejo, algunos de los productos típicos sean los escudos de la Armija --el ejército bosnio--, mecheros en forma de granadas de mano, cascos de camuflaje o chaquetas militares.