En un acto sin precedentes en las democracias europeas, el grupo parlamentario que sostiene al Gobierno abandonó ayer el pleno del Congreso en medio de una bronca monumental con la oposición. Con su inusual protesta, los diputados del PP pretendían forzar la dimisión del portavoz del principal partido de la oposición, el socialista Jesús Caldera. La tangana histórica duró casi toda la sesión de control del Ejecutivo: más de una hora, con algún breve remanso, de voces, insultos y cortes de manga. Los ministros no abandonaron el banco azul.

El PSOE y otros grupos de la oposición tenían preparadas 14 preguntas sobre la catástrofe ecológica del Prestige . Sin embargo, la sesión se embarulló al poco de empezar porque la pregunta que iba a hacer Caldera al vicepresidente Mariano Rajoy sobre los informes técnicos que han guiado sus actuaciones durante la crisis, la efectuó una diputada socialista en su nombre.

RIFIRRAFE

Caldera se había reservado otra pregunta para enfrentarse directamente con el vicepresidente, pero el rifirrafe ya estaba servido. Los diputados del PP le reclamaron a gritos que interviniera y empezó a solicitar su dimisión como portavoz socialista. Al tiempo, la bancada del PSOE empezó a reclamar, también a voces, la dimisión de Rajoy.

La bronca fue tremenda. Los improperios a voz en grito, las gesticulaciones y las peticiones cruzadas de dimisión entre populares y socialistas no cesaron. Los demás diputados no se lo creían. Luisa Fernanda Rudi, presidenta de la Cámara, no daba abasto en sus incesantes llamadas al orden a uno y otro lado del hemiciclo.

El PP esgrimió que Caldera había "manipulado" el martes, en la Comisión Constitucional del Congreso que discutió la crisis del Prestige , un documento oficial del Gobierno, con la intención de "injuriar" al vicepresidente Rajoy. El propio Rajoy mantuvo luego esa argumentación y replicó a todas las preguntas de los socialistas preguntando a su vez si debía o no dimitir Caldera por "falsificar un documento público".

Cuando el turno de preguntas le llegó a Caldera, los diputados del PP esgrimieron fotocopias del documento que el PSOE había entregado a la prensa y del original, en el que se destacaba que el capitán del Prestige fue quien ordenó poner rumbo al sur, lo que ocultaba el texto reducido por los socialistas. Acto seguido, en medio del barullo, los diputados conservadores abandonaron el hemiciclo mientras intervenía Caldera.

El duelo entre Rajoy y Caldera fue muy duro. Para el portavoz socialista, con ese comportamiento, el Gobierno trataba de ocultar sus propias responsabilidades con la estrategia de "chapapote para todos". Para el vicepresidente, Caldera "no tiene credibilidad, ni ética, ni moral". "Miente y es indigno de estar en este Parlamento", dijo.

LOCURA POLITICA

El resto de la sesión fue un duelo de acusaciones. Responsables socialistas afirmaron que el PP había caído en "una locura política colectiva" y había protagonizado "la página más negra del Parlamento tras el 23-F". El ministro de Fomento, Francisco Alvarez-Cascos, acusó al PSOE de haber perdido la ética "hace tiempo".

Tras el debate, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, dijo que el Gobierno ataca al adversario "para tapar sus vergüenzas" y aclaró que la posición de Caldera es la de su partido y seguirá siendo su portavoz. Luis de Grandes, portavoz del PP, explicó que seguirán manteniendo el contacto parlamentario con Caldera sólo por obligación.