Tres años después del clímax de la presión migratoria en las fronteras españolas --los asaltos a la valla de Ceuta y Melilla y la incesante llegada de cayucos a Canarias--, las medidas de blindaje adoptadas por el Gobierno español, las nuevas disposiciones de la UE y la cooperación de Marruecos, Mauritania y Senegal empiezan a producir efectos visibles. El más llamativo es el cambio de ruta hacia Libia, desde donde los inmigrantes intentan el asalto a las costas de Italia.

Columnas de subsaharianos que esperaban su oportunidad en la costa marroquí se desplazan ahora hacia Trípoli, a través de Argelia. Allí se juntan con los que suben desde Malí y Níger. La vía existe desde hace años, pero ahora es la más favorable. La más masificada también. La media de 400 inmigrantes diarios registrada en la isla italiana de Lampedusa certifica el cambio de ruta. Cada vez viajan en barcas más pequeñas --40 personas como máximo-- y el precio del viaje a Italia ronda los 1.400 dólares (930 euros). Subsaharianos, marroquís (sobre todo de Beni Melal y Juribga, cerca de Casablanca), argelinos y tunecinos figuran entre la clientela.

"Hay que moverse. Si no puedes entrar por aquí, entrarás por allá. Yo salí de Nigeria en 1991. Lo he intentado en patera, por la valla y en cayuco; ahora iré hacia Libia y Dios me ayudará", suspira James Eppo, informático titulado en Lagos que no contempla el camino de retorno.

MAS RIESGO Dos años malviviendo en un bosque de Oujda (Marruecos) y varios camaradas ahogados lo han convencido de que hay que buscar una alternativa. "El blindaje de la frontera española --dice Eppo-- está dejando muchos cadáveres. La gente arriesga más, el trayecto es cada vez es más largo, incluso hasta Murcia, y las mafias se aprovechan de la desesperación".

El precio del viaje en patera de Marruecos a España es de 1.400 euros para los subsaharianos y solo 800 para los marroquís. Estos últimos, aunque siguen emigrando ilegalmente, ya casi no cogen pateras, de ahí la rebaja en el precio y las campañas de captación. Antes era la gente quien buscaba a las mafias. Ahora son las mafias las que buscan a los chavales en las cafeterías.

Pero ahora el método más usado es la venta fraudulenta de contratos de origen españoles. Cada contrato vale entre 10.000 y 12.000 euros. Además, prospera la falsificación de pasaportes y tarjetas de residencia por entre 6.000 y 8.000 euros.

Las noticias que llegan desde Gao (Malí) y Agadez (Níger), las dos viejas puertas del Sáhara en la ruta de la inmigración subsahariana, indican que allí el negocio se recupera por momentos. El cambio de trayecto hacia Mauritania y Senegal a través de las líneas férreas Bamako-Dakar y Zuerat-Nuadibú había dejado sin clientela a las mafias. Con la reactivación de la vía de Libia, desde Agadez y Gao salen de nuevo cientos de vehículos atestados de inmigrantes.

´OPERACION FERIANTE´ Por otra parte, la llamada operación Feriante , que cada año por estas fechas pone en marcha la Guardia Civil para impedir que los inmigrantes sin papeles crucen el Estrecho escondidos en las atracciones de feria, se ha saldado ya con 70 personas detenidas en Ceuta. Entre los arrestados hay cinco menores. Este control policial se ha perfeccionado con el tiempo para evitar la entrada de sin papeles. Incluso se ha instalado un aparato que detecta los latidos del corazón y permite descubrir si alguien se oculta entre los amasijos de hierro de las atracciones. El año pasado se detuvo en esta operación a 239 inmigrantes. En el 2006 fueron arrestadas 345 personas.

Además, la población y las autoridades han dejado de ver a los subsaharianos como aves de paso. El blindaje de Ceuta y Melilla y el control del Estrecho han dejado a 3.000 africanos atrapados en Marruecos, sobre todo en Oujda y Berkán. El asentamiento ha traído problemas, a menudo derivados de las actividades de las mafias nigerianas.