El preso francés Erik Ferdinand, que estaba pendiente de extradición a España, se fugó el domingo de la prisión belga de Lantin a bordo de un helicóptero en una de las huidas carcelarias más espectaculares de los últimos tiempos. El recluso contó con la ayuda de dos cómplices, que tomaron como rehenes al piloto y al instructor de la aeronave, a los que habían contratado para un bautismo de vuelo. Bélgica ha pedido la colaboración de 15 países europeos para dar con el preso.

Los colaboradores despegaron desde el aeropuerto de Saint-Trond y secuestraron el aparato en pleno vuelo con varias granadas de mano y una pistola. El piloto se vio obligado a sobrevolar la cárcel para que localizaran a Ferdinand. Este, vestido con colores llamativos, disfrutaba de una salida al aire libre que tan solo se concede a ciertos presos. Cuando el helicóptero aterrizó en el patio, un cómplice arrojó una granada de humo y el recluso subió al aparato aprovechando la confusión. La aeronave tomó tierra a escasos metros de la cárcel, y el prisionero y los compinches culminaron la huida a pie, probablemente hacia un coche que les esperaba.