EL RECLUSO, preso en la madrileña cárcel de Soto del Real, llegó custodiado por la Guardia Civil al cementerio de la Almudena para asistir a la incineración de su padre. La Policía Nacional asumió su custodia y en un momento dado, familiares y amigos se abalanzaron sobre los agentes para ayudarle a huir.