El ancestro más antiguo de los mamíferos placentarios -todos, salvo los marsupiales, los ornitorrincos y los equidnas- fue una diminuta criatura con la cola peluda y dieta insectívora que vivió poco después del gran impacto cósmico que hace unos 66 millones de años acabó con los dinosaurios sin alas. A partir de esta hipotética criatura, los mamíferos evolucionaron y se diversificaron con éxito cubriendo los nichos ecológicos dejados por las grandes criaturas del Jurásico y el Cretáceo.

A esta sorprendente conclusión, que incluye un posible retrato, ha llegado un equipo internacional de biólogos tras analizar con modelos computerizados toda la información genómica y anatómica disponible, tanto de mamíferos actuales como extintos, especialmente la accesible en la base de datos pública Morphobank. Los investigadores, adscritos a diversas universidades de EEUU y Canadá, han publicado su trabajo en la revista Science.

La hipótesis principal hasta ahora, basada en el ritmo de diversificación genética, sugería que el linaje de los mamíferos era mucho más antiguo: habrían surgido hace 120-100 millones millones de años, a partir de reptiles, y luego habrían sido capaces de resistir el impacto cataclísmico que acabó con los dinosaurios (y posiblemente con el 70% de todas las especies de la Tierra), en parte por su menor tamaño y por sus menores requisitos de alimentación. Según esa hipótesis, el detonante de la diversificación de los mamíferos habría sido la separación del gran continente Gondwana en continentes más pequeños.

"Ni los roedores ni ningún otro mamífero compartieron la tierra con los dinosaurios no aviares", escribe de manera tajante uno de los autores, Maureen O'Leary, investigadora asociada del Museo de Historia Natural de Estados Unidos.