Hace unos 50.000 años, unos centenares de africanos cruzaban el mar Rojo. Con ellos llevarían el liviano equipaje que les sería necesario para vivir en un entorno tropical. Sus descendientes, 5.000 años después, ya se habían afincado a 400 kilómetros del actual Moscú, cazaban zorros árticos, tallaban colmillos de mamuts y cosían las pieles de sus presas para protegerse del frío. Los trabajos realizados en un yacimiento a orillas del Don, publicados en la revista Science , demuestran la rapidez con que los primeros hombres modernos que poblaron Europa se expandieron por el continente y se adaptaron a unas condiciones climáticas muy distintas a las de sus lugares de origen.

A los artefactos y los restos humanos (unos pocos dientes) del yacimiento de Kostenki (Rusia) se les ha podido adjudicar una antigüedad de entre 42.000 y 45.000 años, con lo que se convierten en la muestra más antigua de la presencia del homo sapiens en Europa.

LA PRIMERA RUTA El hallazgo supone la primera evidencia de que la ocupación de Europa por el hombre moderno pudo llegar al menos por dos rutas distintas. Y de que la primera de ellas quizá fue desde el Cáucaso y el Mar Negro hacia las llanuras de la Europa del Este, siguiendo el curso del Don, unos miles de años antes que la migración hacia las más acogedoras tierras del Oeste del continente, que habría dejado en los Balcanes e Italia los yacimientos que hasta ahora se creían más antiguos.

John Hoffecker, uno de los 12 autores del estudio y miembro del Instituto de Investigación Artica y Alpina de la Universidad de Colorado (EEUU), explica que "la mayor sorpresa es que se trata de la presencia más antigua del hombre moderno en una de las regiones más frías y más secas del continente. Es uno de los últimos lugares --añade-- donde podríamos esperar que hubiesen inmigrado los primeros humanos llegados de Africa".