TRtegreso de noche al barrio de Nuevo Cáceres y empiezo a escuchar los primeros grillos de la temporada. Eso me hace recordar los veranos de grilleras llenas de rodajas de tomate y tertulias hasta la madrugada con un cri-cri de fondo. ¿Han probado a adoptar un grillo como miembro de la familia? En cualquier descampado de Nuevo Cáceres encontrarán algunos. Sólo cantan los machos. Estos se distinguen de las hembras porque tienen en la cola sólo tres pelillos. Las hembras cuentan con un tubo más para poner los huevos. Además el macho tiene en sus alas un dibujo característico. El canto del grillo es sedante, relajante y natural. Menos Transilium y más grillos este verano. Se trata, como ya saben, de un canto de incitación a la cópula. Durante ésta cambia el cri-cri a otro ritmo más cadencioso. ¿No me creen? Pregunten a cualquier biólogo.

En mi adolescencia de grillos tomateros recuerdo que me comentaron que éstos nunca duran más de un verano. Yo había cazado uno espectacular, un auténtico Gallarre de su especie. Me propuse protegerlo a toda costa. Puse la grillera en una maceta resguardada del frío. Lo alimenté bien. El grillo estaba mejor cuidado que yo. Cuando llegó el otoño dejó de cantar, pero los días iban pasando. Volvió la primavera y cada hoja del calendario era un triunfo para mí. Un día, al regresar del instituto, aparté las macetas donde estaba y levanté la jaula. Gallarre había muerto. Era 20 de junio. La maldición se cumplió, implacable. Refrán: Pon en tu vida un grillo. Anda, date ese gustillo .