La aventura de los sapiens fuera de África empezó antes de lo que se creía y, de hecho, todo apunta a que contó con más vaivenes de lo esperado. El análisis de dos fósiles que durante siglos permanecieron resguardados del tiempo en la cueva de Apidimia, en el sur de Grecia, desvela la presencia de humanos modernos en el continente europeo hace 210.000 años. Esto supone que debemos empezar a relatar la odisea de nuestra especie unos 150.000 años antes de lo que sugerían los restos más antiguos hallados hasta la fecha. Los resultados de este estudio, publicado este miércoles en la revista científica 'Nature', demuestra que la expansión del Homo sapiens en el continente euroasiático es una historia de intentos fallidos, complejas dispersiones, supervivencia tardía y mezcla de grupos humanos que ahora poco a poco está siendo reconstruida tras estas prehistóricas huellas.

Los protagonistas de este nuevo capítulo de la historia de los hombres modernos son dos fragmentos de cráneo, que en ambos casos han perdido la mandíbula, hallados a finales de la década de los 70. Desde su hallazgo, su historia había permanecido rodeada de misterio por la falta de información que permitiera descifrar su naturaleza. Ahora, 40 años después de su descubrimiento, un equipo internacional de investigadores de Australia, Alemania, Grecia y Reino Unido ha vuelto a analizar estos restos fósiles a la luz de las nuevas herramientas en paleoantropología y ha podido reconstruir ambos cráneos y, en última instancia, sus historias.

Los fósiles, bautizados como Apidima 1 y Apidima 2, demuestran la complejidad de las migraciones humanas. El análisis de estos mediante tomografías computerizadas permitió a los investigadores crear una reconstrucción morfológica de ambos. Apidima 1, el más antiguo, corresponde a un individuo que vivió hace 210.000 años y que presentaba una mezcla de rasgos de humanos modernos y primitivos. Apidima 2, en cambio, perteneció a un espécimen de rasgos neandertales que vivió hace más de 170.000 años. "Estos resultados sugieren que durante el Pleistoceno Medio tardío hubo dos grupos diferentes de humanos que estaban presentes en este sitio: una población temprana de Homo sapiens, seguida de una población de Homo neanderthalensis", comentan los investigadores en el recién publicado artículo.

"Estamos ante una noticia sorprendente y excepcional", argumenta Carlos Lorenzo, investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), experto no vinculado a este nuevo hallazgo. "Eso sí, ante unas conclusiones tan valientes cabe mantener una postura un tanto escéptica. La investigación está hecha como toca, pero los resultados son quizás algo atrevidos. El cráneo más completo ha sido identificado como neandertal, mientras que los otros fragmentos de fósil se han atribuido a un Homo sapiens. Si las pruebas posteriores confirman que esto es así, estaríamos ante un descubrimiento excepcional", añade el paleoantropólogo.

LAS INCÓGNITAS DE LA CONVIVENCIA

Esta no es la primera vez que un fósil obliga a replantear la historia de las primeras aventuras de los sapiens fuera de África. A principios del año pasado, la revista 'Science' se hacía eco del hallazgo de otro fósil de humano moderno en el yacimiento israelí de Misliya. En este caso se trataba de un fragmento de maxilar que aún conservaba los dientes y que fue hallado junto a unas herramientas de piedra y unos restos de fauna. Los expertos estiman que estos restos tienen una antigüedad de entre 177.000 y 194.000 años. Ya en aquella ocasión, los expertos argumentaron que estas migraciones tempranas son una muestra de cómo nuestros antepasados salieron de África en busca de nuevos territorios y recursos.

El paleoantropólogo Eric Delson, investigador del Museo de Historia Natural de Nueva York, explica que la verdadera importancia de este hallazgo son las preguntas que deja sin contestar. En un artículo complementario publicado en 'News & Views', el experto se pregunta qué pasaría cuando estas dos especies de homínidos, parientes de los humanos, unidos en la misma rama del árbol genealógico, se cruzaron en el sureste de Europa hace 200.000 años. Apidima 1 existió en un momento en el que los neandertales habitaban el continente y, tras esta breve incursión, el rastro de los sapiens en la zona desaparece. Compitieron ambas especies por su supervivencia? Cuál de las dos prevaleció bajo el azote del clima glacial? Es posible que estas poblaciones se fueran remplazando una o más veces durante este periodo de tiempo? En esta misma línea, Lorenzo argumenta que la gran pregunta que queda por resolver es si existen otras pruebas que confirmen que se trata de un Homo sapiens y no de un eslabón intermedio entre los neandertales y los humanos modernos.

Por ahora, todo lo que sabemos de esta historia son algunas pinceladas sobre el principio, cuando el Homo sapiens empezó a migrar del continente africano, y su final, cuando los humanos modernos reemplazaron definitivamente a los neandertales en Europa entre aproximadamente 45.000 y 35.000 años atrás. Todo lo demás está pendiente de escrutinio. Y es por ello que Delson sugiere utilizar nuevas herramientas para descifrar la historia. Es el caso, por ejemplo, de la tomografía computerizada utilizada para este estudio o del análisis del genoma de los fósiles que está permitiendo descifrar la historia de los Denisovanos, una (sub)especie de homínido de la cual tan solo se conserva el ADN mitocondrial.