Levantando los puños y gritando "¡al fin!", el príncipe Enrique dejó ayer el colegio de Eton, donde ha estudiado cinco años. Apenas hubo terminado el último examen, el hijo de Carlos se despidió de los profesores y se fue del internado, en el que no será recordado por su amor a los libros. Enrique es un buen deportista y ha pedido su ingreso en la academia militar de Sandhurst.