TUtn privilegio es un honor o permiso para realizar una actividad que otorga el poderoso --los daba el rey-- a título individual. No es un derecho, menos un derecho adquirido, por lo que puede ser revocado con igual tranquilidad que otorgado. Los estamentos privilegiados fueron clero y nobleza. El reconocimiento a alguien es simple gratitud que expresas de algún modo porque el individuo te ha hecho un favor. La Junta de Extremadura lleva funcionando veintisiete años y en este tiempo muchos hemos sido --y somos-- funcionarios en ella, es decir trabajadores públicos. Por encima de nosotros, servidores públicos, pueblo llano, están los muchísimos cargos --permitan que me resista a denominarlos altos --, puestos cuya provisión se hace a dedo por el inmediatamente anterior también puesto a dedo, lo cual es lógico y razonable. Nadie pondrá en solfa que un político se rodee de gente de su confianza. Tienen la particularidad de cobrar unos salarios sensiblemente mayores que el más alto del resto y sigue siendo razonable, si aceptamos la premisa de su mayor responsabilidad y dedicación. Muchos son escogidos entre los funcionarios de a pie, a veces sin que cumplan requisitos mínimos, porque para ello basta con ser o parecer adepto. Los hay que cumplen su trabajo, los hay irremediablemente inútiles. Pero todos celebran su suerte. El truco consiste en que no te cesen hasta transcurridos dos años de tu nombramiento, independientemente de tu eficacia y solvencia en el cargo. Si lo consigues, tu vida cambiará como si te hubiera tocado el sueldo de Nescafé. Privilegio o reconocimiento, ahí la lógica desaparece. A no ser, claro está, que hablemos de clero o de nobleza.