TAt causa de mi mal oído pasé muchos años creyendo que había una frase hecha que decía la profesión va por dentro . La confusión me llevó a pensar que cuando uno sufría en silencio era porque llevaba su oficio oculto en algún lugar del cuerpo. Nunca supe si sufría más el notario o el jornalero y me llevé un gran chasco cuando me indicaron que lo que iba por dentro era la procesión. Como ya era mayorcito, me costó menos entender la nueva versión de la frase. Nunca he ido en procesión, no me resultan atractivas y me desagrada el ruido que hacen los coches sobre el asfalto lleno de cera. Reconozco que forman parte de una tradición cultural que va más allá de las creencias, la misma que desde tiempos ancestrales hizo a los hombres celebrar la primera luna llena de cada primavera. Ahora surge una polémica por unos lazos de color blanco que iban a llevar las imágenes y uno no acaba de entenderlo. Si los miembros de la iglesia católica quieren hacer desfilar sus esculturas con lazos o pegatinas están en su derecho a reclamar todo, desde la separación por sexos en las escuelas hasta el cese de las investigaciones con células madre. Es más: estoy deseando que lo hagan. Sería una buena excusa para sacar de esas manifestaciones a los funcionarios de los cuerpos y seguridad del Estado que participan en ellas, y también sería la ocasión de hacerles solicitar los oportunos permisos, los mismos que pedimos todos cada vez que ocupamos la calle reclamando el fin de las guerras o de la pobreza. En cualquier caso, siempre tendrán la opción de llevar el lazo --y la procesión-- por dentro.