TAtl hilo de uno de mi textamentos, he estado charlando con un amigo que disculpa en parte a los incansables teleoperadores de ya.com recordando que su trabajo consiste precisamente en echar mano de la guía telefónica para llamar un día sí y otro también a posibles consumidores de sus productos. Entiendo la postura bienintencionada de mi amigo, pero después de sufrir cientos de molestas llamadas telefónicas al cabo del año no puedo compartirla. También ejercen su profesión el narcotraficante y el sicario, y no por ello vamos a excusarles. Digámoslo sin tapujos: lo de ya.com y compañías telefónicas similares es acoso puro y duro. Los motivos que les inducen a atosigar al sufrido ciudadano son los mismos que, salvando las distancias, caracterizan al acosador de género: no aceptan que el objeto de deseo tenga vida al margen de ellos.

Sintetizando: la profesión del teleoperador podrá ser tan digna como otra cualquiera bajo ciertas premisas, pero acaba por perder cualquier atisbo de dignidad si su trabajo pasa por molestar con inquina a todo aquel que renuncia a consumir sus productos. Me sorprende que estas técnicas empresariales no estén penalizadas por la ley.

Según me he enterado, las llamadas las realizan un grupo de trabajadores desde un centro de Guadalajara. Pues ya que son un grupo, no estaría mal que renunciaran a sus actuales ocupaciones para montar una big band de jazz, trombón incluido. O una ONG. O una empresa de quesos manchegos. Y si nada de esto les convence, aún queda la alternativa de hacer una piscina para que puedan tirarse a ella de cabeza. Y a ser posible sin agua, que hay sequía.