"He abierto un camino". Con estas palabras mostró ayer su satisfacción Maria Vittoria Longhitano después de una ceremonia de dos horas, celebrada en la Iglesia anglicana All Saints de Roma. Durante la misma se convirtió en la primera mujer italiana sacerdote de la Iglesia vetero-católica, una confesión cristiana que se separó del catolicismo en el siglo XIX.

Longhitano, una profesora siciliana de 35 años, casada, celebrará hoy su primera misa en la iglesia Jesús de Nazaret de Milán, donde a partir de ahora ejercerá su ministerio sacerdotal. "Ha sido un acto de valentía que rompe esquemas milenarios", destacó el sacerdote vetero-católico que ofició el acto, Fritz-Rene Muller, en clara referencia a la Iglesia católica que, pese la crisis de vocaciones, se opone a que las mujeres tengan acceso al sacerdocio.

"Ha sido un recorrido de emoción y miedo", reconoció Longhitano. "Sin las mujeres, el catolicismo, que quiere decir universalidad, queda mutilado", agregó. Sin embargo, aseguró que mantiene una "buena relación" con el cardenal católico y arzobispo de Milán, Luigi Tettamanzi.