Llegaron, vieron y triunfaron. Así se resume la experiencia de un grupo de músicos extremeños en Tailandia, donde han conseguido algo que en su tierra aún ansían. Dos de los cuatro componentes de Barrunto Bellota Band vivieron hace poco más de un mes una "aventura inolvidable" cuando participaron en dos festivales de música tailandeses gracias, creen, al premio que recibieron el pasado año del Instituto de la Juventud de España. "Una empresa de allí se puso en contacto con la embajada de España para invitar a algún grupo y ésta pidió consejo al ministerio que acababa de concedernos un premio", supone Pedro López, uno de los creadores de la banda extremeña.

A partir de ahí comenzó una experiencia inimaginable durante veinte días para dos de los músicos --Pedro López de Talarrubias (piano y acordeón) y Javier Jiménez de Cáceres (violín), los creadores de la banda. Después se incorporaron Toni García de Cáceres (clarinete) y Eugenio Simoes de Esparragalejo (percusión)--. "Era nuestro primer festival internacional, con músicos de Israel, EEUU, Africa,... y estábamos un poco asustados. Vimos a otros músicos y nos dimos cuenta que allí no son tan apasionados como nosotros. Les cuesta expresar sus sentimientos, pero luego nos paraban por la calle para hacerse fotos con nosotros", comenta Pedro. Ofrecieron cuatro conciertos y crearon sensación. Incluso la prensa se hizo eco de sus actuaciones.

Detrás de esta aventura, hay un disco en el mercado, Quercus Klezmer , grabado a finales del 2009 con la ayuda de sus amigos, y conciertos en casi todas las comunidades del país, excepto Extremadura. "La primera vez que tocamos aquí fue en octubre pasado", dentro de la programación de Play Cáceres. Antes les han pedido hasta 1.200 euros para poder tocar en un local.

Los ritmos de esta banda enganchan a un público de diferentes corrientes musicales. Mezcla el klezmer --música judía-- y la tradición balcánica con diversos recursos estilísticos y guiños a la música clásica. De todo esto sale una fusión folk que ellos llaman "música mediterránea".

La historia de esta banda comenzó como la del botellón. Un grupo de amigos aburridos de la escena cacereña, se reunía los fines de semana para tocar sus propias melodías, desde el tango a la música clásica. Los precursores, Javier y Pedro, se conocieron un día de hace cinco años en la calle Pintores mientras escuchaban a unos músicos callejeros rusos. Ahí surgió una amistad en principio basada en la música que se ha convertido en un gran proyecto de futuro para ambos, pues planean dejar las clases que imparten en el conservatorio y dedicarse de lleno a la banda extremeñas y otro grupo que tienen en Madrid. "Vivir de la música es difícil, pero posible", dice Pedro.

En Extremadura no tienen puestas demasiadas ilusiones porque "aquí falta gestión cultural, los responsables delegan en cuatro empresas y está todo vendido". Fuera, no paran. En el último mes han participado en el Escenario Prau de Cantabria, en el Ciclo Músicos del siglo XX en Asturias, y en el Ciclo Folklore y Modernidad en Madrid.