TAtnda la Conferencia Episcopal Española haciendo encaje de bolillos. Honroso oficio éste, asentado en el acervo cultural de nuestras tierras. Pero sus bolillos son otros. Andan embolillando, entre porra dentro y porra fuera, el asunto de la unidad de España. Que si sí, que si no, que si nos toca, que si pasamos, que los pastores (¿?) no debemos entrar en problemas terrenales de la grey. En fin, andan entre el revoltijo de intereses, calculando si el bolsillo es más importante que el espíritu, si la salvación es compatible con los euros. Hay frufrú de solideos, digo.

Sale el melifluo Blázquez , infestado trasunto de Setién , con que no, para hacer méritos en su covacha. Y a la par, aparece Martínez Camino (qué segundo apellido más oportuno) con que sí, para lo mismo. Y el que más y el que menos pasmado ante el espectáculo, preguntándose de qué van estos sacristanes purpurados que ponen velas en un altar y en otro, espalda contra espalda para cubrírselas. De modo que el toro se va a chiqueros harto de que lo toreen espontáneos interesados. Y uno de monosabio estupefacto.

Pero el asunto es otro. Ni víctimas, ni terrorismo, ni España ni Dios bendito. El busilis está en la cruz. O sea, la cruz en la dichosa casilla de la Declaración de la Renta. Ahí sí que no hay disputas artificiales ni teatro de cristobitas. ¡Ay, amigo!, que con los garbanzos y los palacios episcopales no se juega. Y mientras unos bendicen asesinos y otros imploran por los asesinados, todos agarrados al mango del cazo. Y a tanto el hisopazo, hermano. jabuizaunex.es