Durante aquellas caóticas jornadas en las que miles de jóvenes acampaban frente a su asociación de vecinos de Fuenlabrada con la esperanza de reservar un piso que por el momento no existe, José Moreno, el extremeño promotor de viviendas a precio de coste, apodado el Robin Hood del ladrillo , informaba a todo aquel que le preguntara --acampados, periodistas o simples curiosos-- que todavía no contaba con terreno para construir, que iba a adquirirlo en breve y que no quería dar muchas pistas porque temía que los vendedores del suelo se aprovecharan del interés que había despertado su iniciativa y subieran el precio acordado. Eso, sin embargo, es lo que acaba de ocurrirle, según cuenta Moreno, apenas dos semanas después de levantarse el improvisado campamento.

LA MANIOBRA "Los buitres del terreno están siempre al loro y se han acogido al donde dije digo, digo Diego", comenta el promotor. Narrada por Moreno, que salpica el relato con algún que otro improperio, la maniobra de los vendedores consistió en pedirle, al principio, 485 euros por cada metro cuadrado de unos terrenos situados en algún lugar indeterminado del sur de Madrid y el norte de Toledo --prefiere no precisarlo porque considera que "la batalla" no está perdida-- y después, cuando las tiendas de campaña de los jóvenes sedientos de viviendas baratas habían aparecido en casi cada diario, radio y televisión de España, decirle que no, que el mismo trozo de tierra costaba ahora 600 euros. Y en esas condiciones, las cuentas se le escapan a Moreno. A ese precio no puede ofrecer los 2.100 pisos al coste anunciado: 120.000 euros para los de protección oficial y 168.000 para los de renta libre.

De momento. El promotor, que a lo largo de las tres últimas décadas ha construido varios edificios bajo un esquema cooperativista similar al que plantea en esta ocasión, no se muestra especialmente inquieto por el contratiempo --incluso insiste en que "no hay ningún contratiempo"--, pese a que ya hay quienes opinan que el boicot de los vendedores de solares solo pretende esconder la realidad del proyecto de Moreno: un montaje propagandístico sin nada detrás, en el que el Robin Hood del ladrillo habría embaucado a más de 2.000 jóvenes con el único fin de hacerse famoso y quedarse con los 120 euros que pidió a los interesados en formar parte de su cooperativa.

"Mis promociones siempre han salido bien --señala Moreno--. Yo no tengo nada que demostrar. Además, me siguen llegando muchísimas ofertas de suelo que estoy valorando. Incluso puede que recuperemos esos terrenos. Tal como están las cosas, los vendedores no van a tener más remedio que volver al precio que habíamos acordado", subrayó el promotor.