Como si fueran trofeos, Candy Arrieta, que se hacía llamar Dulce Ángel, escondía en su casa de Pedrola (Zaragoza) todo tipo de objetos robados a los tres hombres que captó por Badoo. Cerca de allí, la Guardia Civil encontró el 27 de septiembre el cuerpo enterrado de su última "presa", el empresario vasco José Antonio Delgado.

El botín de Hedangelin Candy Arrieta, la venezolana de 34 años acusada de asaltar y robar a dos hombres y asesinar a un tercero, después de contactar con ellos a través de la red de contactos Badoo y convencerlos con mensajes sexuales para que acudieran a citas con ella, fue recuperado parcialmente por los investigadores durante el registro policial de la nave, donde vivía, según consta en el sumario al que ha accedido EL PERIÓDICO.

Candy Arrieta, en prision por asesinato, en una imagen tomada por la Guardia Civil mientras la vigilaban en la nave de Pedrola. / EL PERIÓDICO

Ese inventario elaborado por la Guardia Civil constituye una de las pruebas principales contra la mujer y su pareja, su cómplice, el marroquí Mohamed Achraf, de 35 años. Ambos están en prisión desde el pasado 5 de octubre gracias a la investigación de los agentes de la Unidad Central Operativa, la Comandancia de Zaragoza y la Ertzaintza.

Una bolsa de Armani

De su última víctima, un informático de 54 años divorciado que vivía en Getxo (Vizcaya), al que Candy y su novio golpearon brutalmente y enterraron en un paraje apartado de Pedrola, la mujer guardaba en casa su "palo de golf, con pegatinas blancas y verdes" que el empresario vasco llevaba en el maletero de su coche. También las "gafas graduadas" que llevaba puestas cuando acudió a la cita sexual con la venezolana y "una bolsa de viaje de la marca Emporio Armani".

Palo de golf con pegatinas blancas y verdes que portaba la tercera víctima en su coche cuando fue atacado por la mujer y su cómplice. / EL PERIÓDICO

Además, la Guardia Civil recuperó del váter de la casa de Candy una "cadena dorada y una alianza", también propiedad del fallecido. La venezolana intentó deshacerse de ellas mientras la Guardia Civil registraba su vivienda, protagonizando un curioso episodio que los investigadores describen así: "La detenida manifestó su deseo de acudir al baño de la vivienda". Así que, antes de que la mujer entrara, una agente comprobó que no hubiera allí, escondido, por ejemplo en el interior del inodoro, "ningún objeto con el que pudiera autolesionarse, agredir a un tercero o utilizar para huir". Y esa guardia civil no encontró nada hasta diez minutos después de que Candy saliera del aseo. La "cadena y el aro" brillaban en el interior del agua de la taza del váter.

Cadena y alianza dorada de su última víctima, Jose Antonio Delgado, a quien enterraron vivo. Candy las tiro al váter cuando la Guardia Civil registraba su casa. / EL PERIÓDICO

10.000 euros por un Mercedes

La Guardia Civil no halló en la nave de Pedrola ni rastro de los 1.500 euros que Candy y su novio robaron al empresario ni de los 10.000 euros que consiguieron al vender el Mercedes de su víctima a través de internet. Pero sí que hallaron pruebas que los vinculan con el secuestro de los otros dos hombres, representados por el abogado José Cabrejas. El primero, un treintañero rumano a quien la venezolana, Mohamed y un tercer cómplice de Barcelona atacaron y robaron para sacarle unos 50 euros, un teléfono móvil y su Renault Clío. Los investigadores hallaron en casa de Candy el teléfono y el coche del hombre, desguazado y preparado para ser vendido por piezas. También una pistola táser, con la que, según declaró la víctima, Candy y su novio le propinaron varias descargas eléctricas.

Gafas graduadas que llevaba el empresario vasco asesinado cuando acudió a su cita sexual con Candy. / EL PERIÓDICO

El otro hombre que cayó en la trampa sexual de Candy fue un empresario de 58 años de Tudela (Navarra). Ella le envió un mensaje diciéndole: "me gustan los maduritos" y otro más explícito en el que hablaba de su cuerpo depilado. El hombre se desplazó en tren hasta Luceni el pasado 4 de septiembre y terminó golpeado y atado de pies y manos en el maletero de un coche. La víctima contó a la Guardia Civil que Candy llegó a amenazarle poniéndole una pistola en la cabeza para que llamara a su familia y les pagara un rescate de 12.000 euros. Los agentes localizaron el arma durante el registro de la nave de Pedrola.

Tras conseguir escapar, este empresario tudelano aportó un dato importante a los investigadores. Durante su declaración, el hombre recordó que después de taparle la boca y ponerle una capucha en la cabeza, el novio de Candy dijo: "Llama a este, que venga". El hombre añadió que “entonces escuché llegar un coche y vino una tercera persona, que no habló nada”. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, las pesquisas de la Guardia Civil se centran ahora en encontrar a esa persona que, junto a la venezolana y Mohamed, estaría implicada en el asalto, después de investigar y descartar que pudiera tratarse del mismo joven de Barcelona que ayudó a Candy y Mohamed en su primer ataque al hombre rumano. El amigo catalán de la pareja estaba en prisión el día que secuestraron al empresario navarro.