Hace unos días fue muy criticado en las redes sociales el tratamiento mediático que se está haciendo del coronavirus a raíz de un vídeo en el que un reportero informaba sobre las últimas novedades con una mascarilla puesta. Las autoridades sanitarias no recomiendan su uso, pero sí aconsejan, sin embargo, una buena y constante higiene de manos. Muchas voces acusaron a los medios de comunicación de crear alarmismo en torno a un virus que, al cierre de esta edición, ya había infectado a 22 personas en España. Los síntomas del covid-19 (el nombre científico del coronavirus) son similares a los de un resfriado o gripe común, y el 80% de los casos son leves. No revierte gravedad pero, aun así, existe una gran preocupación social al respecto.

«Es verdad que este tipo de actitudes [las del reportero con la mascarilla] no son las más cuidadosas. Y especialmente los medios de comunicación serios deben tener unas normas. Pero, en general, la alarma social existe independientemente de cómo informen los medios», opina Carme Ferré Pavia, profesora de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.

«La sociedad ha llegado a un punto en que, cuando le dicen que no pasa nada, se alarma. Nos decían que no pasaba nada con el chapapote [el petróleo vertido en la costa gallega a consecuencia del hundimiento del buque Prestige, en el 2002], nos decían que no pasaba con la crisis económica -que no existía, era desaceleración-, a la gente de Zaldíbar [Guipúzcoa] le dicen que no pasa nada pero que no puede salir de casa… Por tanto, la alarma existe y, para mí, no hay un alarmismo creado por los medios», dice.

Ferré opina que «está bien» que las autoridades lancen «mensajes de calma», pero «no está bien que lancen mensajes de calma sin información». «Creo que los canales serios, más que alarmismo, están contribuyendo a un posible freno de esta alarma. Aunque también es verdad que incluso las cadenas más serias tienen espacios en los que se hace un poco de entretenimiento en torno a esto», dice. Las redes sociales, advierte, son muy difíciles de controlar y a través de ellas se difunden muchas fake news y teorías conspirativas.

RUMORES / Para hacer un buen tratamiento informativo de estas crisis sanitaria, dice Ferré, hay que refrescar lo aprendido en primero de Periodismo: «Contrastar la información, entrevistar a más de una fuente, darles voz a los expertos y no utilizar fuentes que no nos atrevamos a citar. No hay fórmulas secretas», recomienda esta profesora. La misma avisa de que el «conspiracionismo» existe «con todo», no solo con el coronavirus. «En este caso, lo más delicado son las falsedades, los rumores y la discriminación hacia otras comunidades».

Pese a todo, algunas personas se han tomado a risa la psicosis generada por el covid-19 creando un perfil parodia del virus en Twitter. Algún atrevido o atrevida ha activado la cuenta @CoronaVid19, que ha superado los 418.000 seguidores en muy pocos días (el Ministerio de Sanidad tiene 274.000).

La mayoría de sus tuits alcanzan decenas de miles de me gusta y retuits. De hecho, el tuit fijado («Estoy cerrando la gira mundial con mi representante»), publicado el 25 de febrero, roza ya los 200.000 me gusta y los 40.000 retuits. Este diario ha intentado ponerse en contacto con la o las personas que están detrás de la cuenta, y la respuesta también ha venido cargada del tono burlón que caracteriza todos los tuits: «Pregunta, pero lo único que te puedo garantizar es un contagio». Y de momento no ha habido más respuesta.

«No hay que reírse de este tema. Este tema no da risa. Es preocupante», opina la psicóloga Ingeborg Porcar, también profesora en la UAB. La unidad en la que trabaja ha creado un texto y un vídeo sobre cómo gestionar de forma eficiente y seria la preocupación que genera en los niños el coronavirus.

«Las escuelas y familias suelen cometer el error de sobreproteger a los menores para no angustiarlos. Hablar es importante», dice. «Hay que hacer un esfuerzo para que los niños sepan lo que está pasando», insiste.

Esta psicóloga recuerda que la información está «por todos lados» y, por tanto, los niños la «absorben». Los menores no están capacitados para valorarla porque no tienen criterio. Por eso recomienda a los padres ser «absolutamente proactivos», «sacar el tema» y preguntarles «qué han oído».