Crítico taurino

Dicen en esto del toro, que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Yo no diría que alcanzar la cima en el toreo sea fácil, ni muchísimo menos. Los jóvenes novilleros que empiezan tienen un rocoso camino para conseguir, algún día, ser figuras del toreo. Pero es cierto, que una vez arriba, para aguantar el peso de la responsabilidad, la presión y las exigencias del público se requiere una regularidad, sacrificio y esfuerzo que no todos, o casi ninguno aguantan. Hay reyes por un día, o lo que es lo mismo, toreros de una o dos temporadas a gran nivel y después se desinflan, volviendo a la nada.

La Feria Ibérica del Toro es ese torero nuevo, que lucha por abrirse camino, que ya ha vivido tardes de gloria en la temporada 2002 y de nuevo ha alcanzado triunfos en este 2003. Todos hablan bien, cuentan maravillas, tiene proyección y puede llegar a ser figura en esto, pero hay que darle tiempo. Apenas acaba de empezar a dar sus primeros lances y lo cierto es que han sido muy jaleados. Es elegante, sabe hacer las cosas, cuida todos los detalles y busca la calidad más que la cantidad, como todos los buenos toreros. Por tanto, tiene perspectivas de futuro y sobre todo se me antoja augurarle larga vida.

Tiene una hermana mayor, que también un día le dio por dedicarse a esto del toro. Esa ya está en lo más alto, consolidada y lleva varios años siendo líder del escalafón. Me refiero a la Feria de Marzo. En ese espejo se mira y quiere llegar a ser como ella, y estoy convencido de que lo conseguirá. Algún día las dos lucharán en competencia por ser número uno, pero no se trata de hacer comparaciones y comprobar cuál es la mejor. Son distintas, complementarias. Cada una tiene sus connotaciones y pueden subsistir en el mundo del toro, formando pareja, como las ha habido en la historia aquellas de Joselito y Belmonte, Camino y El Viti, o en nuestros días Ponce y El Juli.

Ahora toca hablar de la Feria Ibérica del Toro, que acaba de terminar una gran faena. Ha estado sencillamente magistral. Ha levantado pasiones, ha congregado numeroso público y ha conseguido un triunfo importante en su segundo año. Empieza a asentar los pies, a tener una personalidad propia y a distinguirse por su clase y buen gusto, como los grandes toreros. Como a aquéllos, cada vez se le exige más, pero tiene madera de figura y capacidad para aguantar el peso de la fama. Detrás, hay un trabajo que ha hecho posible los buenos resultados. Ahora, ya empieza a preparar la próxima temporada, no se duerme en los laureles y por delante quedan once meses para que en su próxima comparecencia vuelva a salir en hombros, como lo hace cada año la Feria de Marzo.

Y es que las dos, provienen del mismo lugar de nacimiento: Olivenza que, una vez más, ha abierto la puerta grande.