Rusia tiene una extensa lista de profesiones prohibidas para las mujeres, pero ellas no se resignan al veto oficial y reclaman el derecho a realizar trabajos que han estado reservados únicamente a los hombres. En el Centro Antidiscriminación de la oenegé Memorial llevan años luchando para conseguir la supresión de las listas de profesiones prohibidas para las mujeres en todo el espacio postsoviético. El 1 de enero del 2021 los trabajos vetados pasarán de 456 a 98. La campaña #AllJobsForAllWomen (todos los trabajos para todas las mujeres) data de 2017, inspirada en el ejemplo de Svetlana Medvédeva, quien recurrió ante la ONU la prohibición de ejercer como capitana de barcos en Rusia y ganó el juicio.

«Las autoridades de Rusia y antes de la Unión Soviética han vetado centenares de oficios a las mujeres al tacharlos de peligrosos y nocivos para ellas y su función reproductiva», dice la responsable del Centro Antidiscriminación, Stefania Kulaeva. La experta denuncia que los hombres en todas las profesiones, peligrosas o no, tienen el derecho de elegir entre su trabajo y la familia: «Y las mujeres no lo tienen. El Estado decide por ellas, pues deben optar por la familia».

El pasado agosto, Rusia accedió finalmente a reducir el número de las profesiones prohibidas para las mujeres, que pasaron de 456 a 98. La nueva lista entrará en vigor el 1 de enero del 2021 y elimina varias de las restricciones más sonadas, que impedía a las mujeres trabajar como maquinistas de trenes, camioneras y mecánicas de coches.No obstante, las rusas seguirán sin poder ejercer de bomberas (en equipos de extinción de incendios), conductoras de excavadoras, buzos y mineras, además de tener vetados una serie de trabajos relacionados con la extracción de petróleo y gas.

«La reducción de la lista para las mujeres en Rusia es un avance. Aunque quisiera que fuera retirada de golpe como ya lo hicieron en otros países vecinos», señala la marinera Medvédeva. «Dividir las profesiones en masculinas y femeninas es tan absurdo como la situación con el derecho al voto que hasta hace poco solo tenían los hombres y que ahora vemos como una locura», sostiene a su vez Anna Baskakova, bombera voluntaria que, al no ser profesional, carece ahora de garantías laborales y sociales.